OVNIS en el arte

Existen varias pinturas de obras antiguas, donde aparecen objetos de difícil explicación, y más cuando se trata de pintura, donde se refleja la visión del artista, y donde plasma la sociedad de la época que quiere pintar, vestimenta, paisajes, ropajes, arquitectura, abalorios, ornamentación, herramientas, armas, etc… para que todo el contexto de la obra tenga sentido.

Cuando vamos a ver una  obra pictórica, sin saberlo, o sin darnos cuenta, nuestra mente está predispuesta a que todos los detalles encajen. Pero hay determinadas obras de arte, donde hay algún matiz, algún objeto, que no debería estar ahí, como si estuviera fuera de lugar. Pero son los pintores quienes deciden qué pintar y cómo expresarlo, así que si ese objeto aparece, es por algún motivo mucho más poderoso que el propio cuadro.

Hay muchas obras donde aparecen objetos fuera de lugar, misteriosos y donde los expertos no llegan a una teoría que satisfaga a todos. Voy a exponer las obras más misteriosas y representativas, por su contexto, contenido y controversia.

Cuadro 1

En el año 1.600, Ventura Salimbeni pintó el cuadro «Glorificación de la Eucaristía«, pero esta obra, en la actualidad, es más conocida como «El Sputnik de Montalcino«.

Este retablo se encuentra en la ciudad de Montalcino, a cuarenta kilómetros de Siena (Italia). La pintura se encuentra en la iglesia de San Pietro. En la parte superior está Jesús (izquierda) y Dios Padre (derecha), quienes sujetan con sus manos, uno con la izquierda y otro con la derecha, dos antenas que parecen estar enroscadas en una esfera de aspecto sólido. Sobre la esfera se observa una paloma, como representación del Espíritu Santo. Es decir, en la parte superior del cuadro, se sitúa la Santísima Trinidad, flanqueada por dos querubines.

En la parte inferior del retablo, bajo la nube, se ilustra la reunión de Obispos y Cardenales, ataviados con la vestimenta eclesiástica de la época,  en torno a un relicario que contiene una hostia consagrada, de la que salen varios halos de luz. Esta reunión es la que tuvo lugar en el Año del Jubileo de 1600, fecha que se señala en el extremo derecho del fresco. Pero lo más llamativo, sin ninguna duda, es la protuberancia que hay en la esfera, abajo a la izquierda, que asemeja ser una lente, parecida a los modernos objetivos de las telecámaras.

Si nos fijamos en todo el retablo, y la época en la que se pintó, es indudable que ese objeto está fuera de lugar, no pertenece al contexto de la obra. Algunos que han intentado explicarlo, dicen que la luz amarilla que hay entre las dos antenas, es el sol, y la protuberancia es la Luna. Si hacemos un esfuerzo para creer dicha afirmación, ¿qué significado tienen las antenas?. Muchas veces, me sorprende se intente justificar circunstancias históricas, con teorías insustanciales, por no decir lo que realmente se piensa y se ve. Seguramente, para algunos «expertos» estudiosos no tiene explicación, por lo menos, no una explicación que contente a la iglesia.

El parecido de ese artefacto es asombroso con el Vanguard II y el Sputnik ruso. ¿Cómo pudo un pintor del siglo XVI, imaginarse y pintar un objeto de esas características, en un cuadro religioso y dedicado a la eucaristía?. Y ¿por qué?.

Es curioso que el objeto se encuentre por encima de las nubes, situado junto al poder supremo que todo lo ve, quienes ven a todos los hombres desde los cielos, igual que un satélite artificial. Entre las dos antenas, aparece una paloma, representando al Espíritu  Santo que, curiosamente, aparece también nuevamente en la parte inferior de las nubes, pareciendo «mirar fijamente» al Papa Clemente VIII. Es decir, Dios Padre y su Hijo, por obra del Espíritu Santo, observando desde el cielo la actitud y las acciones de los hombres, envían un mensaje al máximo representante de Dios en la Tierra, como es el Papa. ¿Qué tipo de mensaje quiere transmitirle?.

Si trazáramos una línea imaginaria, hacia dónde se dirige la mirada del Papa, y la trayectoria de la paloma, esta línea iría directamente a la protuberancia de la esfera metálica. Hoy en día, nuestros satélites nos observan, y nos pueden localizar en cualquier punto del planeta. ¿Quería Ventura Salimbeni plasmar alguna visión del futuro?, o ¿solo quería hacer una crítica a la Iglesia y sus acciones?.

El satélite Vanguard II, tenía las mismas dimensiones y características que este objeto, así como las antenas y una cámara, colocada y posicionada, a la misma altura e igual tamaño. Es curioso que el Vanguard II, fuera diseñado para medir la cobertura de nubes sobre la distribución de la luz del día, y que en el cuadro, esté posicionado también justo sobre las nubes, sobre un cielo iluminado.

Cuadro 2

A finales del siglo XV, Filippo Lippi pintó «La Virgen con el Niño San Juan«. Esta obra está expuesta en el Palazzo Vecchio de Florencia.

 

Sobre el hombro izquierdo de la Madonna, podemos observar un objeto extraño. Si ampliamos la imagen, se puede ver más claramente que no se trata de ningún ave, astro natural o error. También se puede apreciar a un personaje de la obra mirando hacia el objeto protegiéndose del sol con la mano encima de los ojos. Junto a él, se puede ver a un perro que también mira hacia el objeto.

La forma del objeto, es evidente que no es el sol, ni ningún otro astro luminoso, pero su luminosidad artificial hace que el personaje terrenal tenga que protegerse la vista, seguramente por la intensidad de la luz que desprende, y eso que la acción se desarrolla a la luz del día, donde una luz artificial, para poder deslumbrar debe poseer una potencia de luz muy elevada. Parece un objeto metálico con forma de casco de barco con una cúpula en la parte superior.  En la esquina superior izquierda podemos ver la estrella de Navidad con otras tres estrellas más pequeñas, que parecen llamas.

Las tres estrellas aparecían frecuentemente en las pinturas del siglo anterior, y especialmente en los iconos bizantinos de la virgen, a menudo en sus velos, sobre sus hombros o en su frente. Otras veces, estas tres estrellas son reemplazadas por tres rayos. Unos y otros representan la triple virginidad de María (ante partum, in partu, post partum).

La figura que parece un OVNI, es repetida frecuentemente en las obras de la misma temática del Quattrocento y Cinquecento, y es la representación de la anunciación a los pastores. Pero, ¿por qué razón se representa la anunciación con esa nube luminosa, y no con un ángel, como realmente indica el evangelio de San Lucas?. Los artistas de aquella época recibieron influencia no solo de los cuatro evangelios canónicos, sino que también tomaron influencia de otros textos entre los que se encuentran los evangelios apócrifos.

Cuadro 3

Otra obra misteriosa perteneciente al Quattrocento, es «La Anunciación de San Emidius«, pintado en 1.486 por Carlo Crivelli.

La Virgen se sitúa en una estancia donde observamos la cama y la estantería, en un estilo anecdótico que recuerda a Ghirlandaio. San Emidio, el patrón de la ciudad, se presenta junto al ángel, sosteniendo la maqueta de Ascoli en sus manos.

Lo más llamativo e impactante de esta obra, es el artefacto de donde sale ese rayo luminoso, que llega directamente a los aposentos de la Virgen. Hay que resaltar que, muchas obras de «anunciaciones» de la época, reflejan como un haz de luz apunta directamente a la virgen. Pero en esas obras, se ve claramente que el rayo de luz, parte de un astro rey, o de una figura representando a Dios Padre, pero en la obra de Cravelli, no sucede de esa manera. Por ejemplo, en la «Anunciación» de Fra Angelico, se observa la diferencia. En la obra de Fra Angelico, se ve que es un astro natural, un sol, y dentro está la paloma como figura del Espítitu Santo.

Así que, en la Anunciación de Cravelli, no se trata de una señal de Dios, ¿vio el artista algún objeto que quiso inmortalizar en este cuadro?. Si analizamos el cuerpo del cielo, se puede asegurar que se trata de un objeto sólido, con una estructura circular muy diferente de las nubes circundantes. Tampoco es el círculo del sol y el rayo, emana energía divina. El escritor, arqueólogo y experto, Roberto Volterri, afirma que no hay ninguna duda de que se trata de un objeto volador, de una nave espacial.

Si ampliamos la imagen del objeto en cuestión, las dudas sobre si es o no, un astro o un objeto artificial, se esclarecen.

Incluso parece que el objeto, desciende a gran velocidad. La luz que desprende, no es una luz natural, hay un rayo central, que sale del centro del objeto, y a su alrededor, diferentes haces de luz, al igual que cuando se dispara un artefacto. Otro detalle muy llamativo del cuadro, es que el rayo de luz, no pasa a través de la ventana, sino que atraviesa el muro del edificio, algo muy inusual en los pintores de la época que pintaban anunciaciones de este estilo.

Si viéramos la Anunciación de Vittore Carpaccio, Paolo Veronese, Fra Angelico y muchos otros, el rayo no atravesaba muros. Sí es cierto que, la representación de un haz de luz que va directo a la virgen, es una constante del Quattrocento, pero todos muestran que sale del sol o de un Dios Padre, o se suele ver al Espíritu Santo como portador del mensaje, y siempre sin barreras arquitectónicas, ya que la luz natural no traspasa los objetos sólidos, solo al alcance de tecnología avanzada como los Rayos X.

cuadro 4

En 1.710, Aert de Gelder, pintó «El Bautismo de Cristo«. Esta obra está actualmente expuesta en el Fitzwilliam Museum de Cambridge.

Observando el cuadro, se puede ver que la acción no transcurre de día, sino anocheciendo y bajo un cielo encapotado. Ambas circunstancias son totalmente contradictorias a que haya un sol, o se interprete como tal. La mitad inferior del cuadro, es donde se ejemplifica la acción, el simbolismo cristiano que da título a la obra.

Aert de Gelder, era un alumno aventajado de Rembrandt, y éste, no utilizaba en su paleta de colores la tonalidad lima, limón o amarillo. Este hecho, tenía influencia en sus alumnos, y en Aert no fue diferente. Pero en esta obra, Gelder rompe esa influencia y la constante temática en su obra, para mostrar un objeto discoidal flotando en el cielo, que ilumina artificialmente a Jesucristo y a Juan Bautista.

Otro aspecto ilógico de la obra, es que este tipo de pintura, cuando se quería representar a Juan bautizando a Jesús, se solía hacer junto a un río, en la mayoría de las veces, junto al río Jordan, y siempre a la luz del día. ¿Qué llevó al artista, a pintarlo en una montaña, donde no hay agua, y al anochecer?.  También es muy raro que el Espíritu Santo, siempre representado por una paloma, en esta ocasión parezca una mancha blanca en el centro del disco, como si el autor no le diera la importancia que la iglesia realmente sí le da a este hecho.

cuadro 5

Esta obra fue pintada en el año 1.350, y está expuesta sobre el altar del Monasterio de Decani (Kosovo).

Tanto en la parte superior derecha, como en la parte superior izquierda del cuadro, se pueden ver dos objetos, que transportan dos personas en su interior. La forma de ambas, la dirección y los detalles, nos dicen que esos objetos no están parados, ni siquiera parecen estar suspendidos en el cielo, sino que están en movimiento, y ese movimiento parece ser fugaz, a una velocidad impropia de la época, solo al alcance de objetos espaciales como estrellas fugaces, meteoritos o cometas.

Si ampliamos la imagen, se observa claramente que la postura de la persona en su interior, es una postura de estar sentado, pilotando, y no parece ser llevado por el objeto. ¿Cómo una pintura del siglo XIV, pudo plasmar de forma tan explícita, que un ser humano pudiera desplazarse por los cielos, manejando un objeto volador, una especie de aeronave, y que lo hiciera a velocidades desconocidas para la época?

El segundo objeto de la parte superior derecha es aún mucho más llamativo. El objeto es mucho más aerodinámico que el otro, y la persona en su interior, mira hacia atrás buscando encontrar con su mirada la otra «nave». Ninguno de los dos personajes centra su atención hacia todo lo que discurre bajo ellos, que realmente debería ser el motivo principal del cuadro. Es como si ellos, sólo pasaran por allí, ignorando todo lo que ocurre en tierra.

cuadro 6

Este, más que un cuadro, se trata de un tapiz titulado «El Triunfo del Verano«, realizado en Brujas en el año 1.538. Actualmente, está expuesto en el Museo Nacional de Baviera.

En la parte superior del tapiz, se pueden ver cuatro objetos suspendidos en el cielo. Su forma y tamaño son muy parecidos, al igual que su situación y la distancia en la lejanía donde transcurre la acción. Sin duda, se trata de cuatro platillos volantes. En esa época, no existía ningún artefacto capaz de surcar los cielos, y la curiosa forma que tienen, atestigua que se trata de objetos artificiales que tienen la capacidad de volar.

La forma de los objetos, son muy parecidas a otro famoso tapiz llamado «The Magnificat«. Esta obra está expuesta en la Basílica de Notre-Dame en Beaune, y se realizó en el año 1.330. La obra refleja un día en la vida de la Virgen.

El objeto es el mismo que en el anterior tapiz. Está totalmente suspendido en el aire, y no es un elemento significativo del  conjunto de la obra. Simplemente, está ahí por motivos desconocidos que solo el autor conoce.

Si observamos los cuadros expuestos donde aparecen objetos voladores, se puede observar que todos están dibujados en un entorno religioso, con una temática muy seria e importante para la iglesia, como puede ser la Eucaristía, el Bautismo de Jesús, la anunciación de la Virgen, Cristo crucificado, el Espíritu Santo, etc.. Son acciones de la religión cristiana que son la base y el pilar de su iglesia.

En ninguno de los cuadros, ningún personaje religioso mira a los objetos del cielo, todos parecen ignorarlo, como si la presencia de un objeto artificial con la capacidad de volar no fuera importante, milagroso y sorprendente en la época que se representa la acción. Incluso parece que den la espalda a ese hecho, dando mucha más relevancia a lo que ocurre en la tierra, que en el cielo.

Sólo el hombre del cuadro 2, es el único que se fija en el objeto. No parece un hombre religioso, sus vestimentas son más bien de un pescador, incluso de un náufrago, un hombre solitario solo acompañado de su fiel mascota. Realmente, este hecho ocurre hoy en día. Una persona con bases sólidas religiosas, aunque sus propios ojos contemplen lo excepcional, si lo que sus ojos contemplan no están acordes con su religión, seguramente de la espalda al hecho, y lo ignore, aunque la evidencia de su existencia sea tangible.

No hay camino hacia la verdad, la verdad es el único camino.

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