Archivo mensual: noviembre 2013

La Sábana Santa de Jesús. Auténtica o Falsa?

Viernes 3 de abril, Jesús está sentenciado a ser crucificado. Tras ser torturado como ningún otro ser humano lo fue, tras largas horas de sangre y dolor, Jesús permanece crucificado, y su cuerpo reacciona a todo el maltrato recibido.

La disminución de la volemia por la abundante pérdida de sangre, hacen aumentar la disnea (dificultad respiratoria) que comenzó la noche anterior en Getsemaní. Esta disnea aumentó con los latigazos que afectaron y dañaron diversos órganos. Una hipercapnia (aumento de la presión parcial de dióxido de carbono), muy severa le sobrevino. La hipotensión arterial, acrecentada por la desnutrición y la pérdida constante de líquido corporal y de sangre, le dejaron sin fuerzas. Además, todo el dolor que soportó, se vio incrementado por la hematohidrosis de la noche anterior, que incrementó considerablemente el dolor sobre la dermis y la epidermis.

El corazón de Jesús deja de latir a consecuencia de un fallo cardíaco, debido a la acumulación de fluido en la membrana que rodea el corazón, llamada efusión pericárdica, al igual que alrededor de los pulmones, llamada efusión pleural.

El Sol empezaba a ponerse, estaba a punto de comenzar el Sabbath, de comenzar la Pascua, y en esa fecha estaba prohibido que nadie estuviera crucificado, así que se procedió a bajar el cuerpo de Jesús de la cruz. Su cuerpo fue llevado a un sepulcro que había cercano, propiedad de José de Arimatea. Una vez allí, envolvieron el cuerpo en un lienzo de lino.

Una de las razones para que la Sábana Santa (Síndone), sea considerada auténtica por la mayoría de los creyentes, es porque aparece en los evangelios sinópticos. Si repasamos los cuatro evangelios canónicos, éstos dicen:

El evangelio de San Marcos (Mc 15, 42-46), dice:

«José de Arimatea, armándose de valor, entró a ver a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Informado por el centurión, concedió el cadáver a José. Este compró una sábana y, descolgando a Jesús, lo envolvió, lo puso en un sepulcro que había excavado en la roca y rodó una losa contra la entrada del sepulcro».

El evangelio de San Mateo (Mt 27,59-60), dice:

«José de Arimatea se llevó el cuerpo de Jesús y lo envolvió en una sábana limpia; después lo puso en el sepulcro nuevo excavado para él mismo en la roca, rodó una losa grande a la entrada del sepulcro y se marchó».

El evangelio de San Lucas (Lc 23, 52-53), dice:

«José de Arimatea acudió a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Lo descolgó, lo envolvió en una sábana y lo puso en un sepulcro excavado en la roca, donde no habían puesto a nadie todavía».

El evangelio de San Juan (Jn 19, 40-41), dice:

«Cogieron entonces el cuerpo de Jesús, José de Arimatea y Nicodemo, y lo ataron con lienzos, junto con los aromas, como tienen costumbre los judíos de dar sepultura. En el lugar donde lo crucificaron había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo donde todavía nadie había sido puesto. Por ser el día de preparación para los judíos, como el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús».

Así que, parece claro que el santo sepulcro donde fue depositado el cuerpo de Jesús, pertenecía a José de Arimatea, la única persona que le defendió hasta el final en público, y que la tela que envolvió el cuerpo de Jesús, también le pertenecía.

Esta tela, se ha convertido en una reliquia de primer orden, reverenciada por millones de creyentes cristianos en todo el mundo, ya que en ella está grabada la impronta que el cuerpo inerte de Jesús dejó al desintegrarse de manera repentina a los tres días de su expiación, a consecuencia del proceso de resurrección.

La Síndone  es una sábana estrecha y larga, realizada con espina de pescado, que mide 436 x 110 centímetros. Esta tela, es la única en el mundo que contiene la doble imagen (frontal y dorsal), de un hombre que parece haber recibido torturas y heridas de consideración y una crucifixión. Síndone, procede del griego «sindon», que significa tejido de lino ligero y sábana.

No tiene ningún resto de pelo animal, ya que estaba prohibido por la Ley Mosaica (Moisés), de que en un telar se mezclen fibras vegetales y fibras animales, pero sí había algunas fibras de algodón, que se utilizaban en algunas partes de Oriente Medio como en Palestina.

Es un tejido con una sarga de cuatro en forma de espiga, muy usual en Oriente en el siglo I, pero totalmente desconocido en Europa. La sarga es un tejido que se produce en líneas diagonales. Esta forma de urdimbre, era típica en las telas que se tejían en los telares de Palmira, una antigua ciudad situada en lo que hoy se conoce como Siria, a 300 km de Jerusalén. En esa época, Palmira era una ciudad importante que exportaba muchos dátiles y telas a otras localidades.

Ahora bien, ¿qué es en realidad la Sábana Santa y por qué es tan importante y un gran enigma científico? Para comprenderlo mejor, debemos conocer una serie de claves para comprender ante qué nos encontramos:

  • Es una tela donde hay impresa la imagen, tanto por el dorso como el torso, de un hombre de 1,81 metros de altura, que ha sufrido heridas por todo el cuerpo.
  • La imagen no atraviesa el lienzo, y la imagen está formada y creada en 3D.
  • No existen pelos de ningún tipo de pincel, ni de trazas de pintura, ni direccionalidad. Esto significa que el lienzo no es una pintura, y que la imagen se ha formado por otras causas.
  • El hombre de la Síndone, presenta restos de sangre en la frente, muñecas, rodillas, pies, espalda… tanto sangre venosa como arterial.
  • Los antebrazos están agujereados por un objeto punzante que atraviesa las muñecas a nivel del llamado «espacio de destot«. Las palmas de las manos están intactas.
  • La imagen es un negativo fotográfico natural.

Esta es la imagen del lienzo, tal y como se vería a nuestros ojos:

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Ahora bien, desde la muerte de Jesús hasta nuestros días, ¿dónde ha estado la Sábana Santa? ¿Cómo es posible que haya permanecido y sobrevivido? El itinerario de la Sábana, parece confirmado que fue el siguiente:

Una vez acudieron al sepulcro al tercer día, el cuerpo de Jesús ya no estaba, sólo permanecía la tela con la que cubrieron su cuerpo inerte. Esta tela, la guardaron los seguidores y discípulos de Jesús, ya que se trataba de una reliquia de primer orden. Entre el siglo I y el siglo II, llegó a manos del Rey Abgar de Edesa (la actual Urfa en Turquía). Este hecho nos ha llegado a través del Evangelio apócrifo denominado «Doctrina de Tadeo«.

El rey Abgar, tenía una salud deplorable y estaba bastante enfermo. Escuchó hablar sobre los milagros de Jesús y su poder de curación, así que le escribió para solicitar su intervención divina. Jesús le respondió que estaba ocupado con su misión terrenal, pero que cuando subiera a los cielos, le enviaría a alguien para curar su mal. Después de su muerte, el apóstol Tadeo llevó una carta de Jesús al rey Abgar, con la recomendación de que la guardara mientras quisiera seguir en buena salud, lo que ocurrió inmediatamente. Junto a la carta, iba la Sábana Santa doblado en cuatro veces (tetradiplon). La Síndone permanecería en esta ciudad hasta la conquista sasánida (persas) en el año 609.

Una de las palabras con la que calificaron al lienzo, fue «acheiropoieta«, que significa (no hecho por manos humanas).

El Rey Abgar se convierte al cristianismo y a creer en un único dios. Tras su muerte, su hijo restauraría el paganismo en la región. En el año 177, Abgar VIII el Grande, es coronado rey de Edesa, y durante su reinado, en el año 201, una inundación dañó seriamente la Iglesia de los Cristianos, donde se encontraba la Síndone. Quince años después, los romanos tomaron la ciudad. La Síndone permaneció oculta en algún lugar de Edesa, hasta que fue descubierta en el año 525, tras una gran riada que asoló la ciudad, y puso al descubierto un nicho donde estaba oculta la Sábana Santa, que fue descubierta cuando se estaba restaurando la ciudad de los daños. El nicho se encontraba a las puertas de la ciudad, era un nicho de piedra, sobre un tablero y un marco de oro.

En el año 723 empieza lo que se conoce como «iconoclastia«, una mayor pureza religiosa que duró 120 años, donde se destruyeron retratos de Jesús pertenecientes al Imperio Bizantino y musulmán, pero la Síndone, en poder de los musulmanes en ese momento, no sufrió daño alguno. Donde menos tolerancia hubo fue en Constantinopla, donde León III (el isáurico), prohibió en el año 726 el culto a las imágenes religiosas.

El Concilio de Nicea del año 787 condenó la iconoclastia, hasta que la emperatriz Teodora  en el año 843, restaurara definitivamente el culto a las imágenes y comienza así una búsqueda a determinadas reliquias. En el año 943, el emperador bizantino romano, envió un ejército a Edesa. Esta búsqueda llevó a encontrar la Sábana Santa y llevarla a suelo bizantino en el año 944, y entregársela al emperador Bizancio Romano I Lecano, por 12.000 denarios de plata, la liberación de 200 prisioneros sarracenos y la promesa de que los ejércitos imperiales se abstendrían de volver a Edesa.

Se llevaron a Constantinopla la Sábana Santa y las cartas del rey Abgar, y fueron ofrecidas a Bizancio y colocadas en un altar en la Iglesia de Santa Sofía, en la Capilla de Pharos. Este hecho ocurrió el 16 de agosto del año 944, y fue reflejado en el «sinasario«, el calendario bizantino que señala las fiestas de la iglesia de Bizancio. Ya en Constantinopla, se habla de una tela que hace visible lo invisible.

Las primeras imágenes de Jesús, durante los primeros siglos del cristianismo, Jesús poseía atributos del joven Apolo. Esto cambió en el siglo VI y VII, donde se extiende por todos los lugares una iconografía muy parecida, con una fisonomía y morfología muy diferente a la de Apolo, sin barba y juvenil. ¿Por qué sucedió esto? ¿Qué fue lo que ocurrió para que todos crearan una imagen de Jesús muy parecida? Sin duda, tuvo que ser el descubrimiento de la Sábana Santa en el año 525 en Edesa.

Una de las primeras imágenes que cambiaron radicalmente el aspecto de Jesús, es el Pantocrátor del Sinaí. Pantocrátor, significa Rey del Universo.

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En esta imagen, ya podemos ver el parecido tan evidente con la imagen de la Sábana Santa. Alan Whanger, un experto forense, estudió meticulosamente la imagen del Pantocrátor con la imagen de la Síndone, llegando a la conclusión de que existían 170 puntos comunes. Cuando un experto forense analiza una huella dactilar, para saber si es de una determinada persona, sólo le es suficiente afirmar que lo es, cuando existen 14 puntos de congruencia.

Cuando existen entre 45 y 60 puntos de congruencia en una fotografía, ya se puede afirmar que son la misma persona. Esto significa que una puntuación de 170 puntos de congruencia, es una prueba irrefutable de que se trata de la misma persona. Esto significa que el Pantocrátor del Sinaí, quien lo pintó, conocía perfectamente el rostro que aparecía en la Sábana Santa, que lo tuvo en sus manos más de 500 años después de la crucifixión de Jesús.

Pero no sólo en el Pantocrátor del año 550 del Imperio Bizantino aparecen las primeras pruebas de la imagen de la Sábana Santa. En el siglo VII, dos monedas fueron acuñadas con la imagen de Jesús. Una data del año 692 y la otra del año 695, durante el imperio de Justiniano II. La de menor valor, llamada «tremissis«, y la de mayor valor llamada «solidus«.

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Según el estudio realizado por Alan Whanger, la imagen del la «tremissis» contiene 188 puntos de congruencia con el de la Sábana Santa, y la «solidus» 145 puntos de congruencia, donde muchas de ellas, son invisibles a simple vista, como flores u otros detalles que sólo son posibles percibir y ver si uno estudia detalladamente la Síndone y la tiene muy cerca.

Otro dato muy curioso, es que los crucifijos bizantinos llevan un travesaño para los pies (el subpedaneum), puesto oblicuamente respecto a la vertical de la cruz. ¿Por qué se hizo de esta manera?

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Porque aquellos que poseían la Sábana Santa y analizaron la imagen, pensaban que Jesús era cojo, de pie zambo, o tenía una pierna algo más larga que la otra. ¿Cómo es posible que llegaran a pensar eso? Porque la imagen que proyecta la Sábana, da esa sensación, pero es que Jesús no estaba tumbado en el sepulcro, la verdadera postura de Jesús era esta:

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Jesús no permaneció tumbado en su totalidad, sino que la cabeza y las piernas estaban arqueadas, y una de sus piernas más alzada que la otra. Cuando la imagen se proyectó en la Sábana, cuando uno la observa, la sensación que transmite es que una pierna es más larga que otra, por lo que sufriría una cojera dicha persona.

Parece más que evidente, que la Sábana Santa estuvo en manos el Imperio Bizantino. La siguiente referencia de la Síndone, aparece en el Códex Pray. Este códice es el más antiguo en húngaro del que se tiene constancia, escrito entre los años 1.192 y 1.195, bajo el reinado de Bela III de Hungría, criado en Constantinopla. Una de sus ilustraciones muestra preparaciones para la sepultura de Cristo. Dicha ilustración incluiría una mortaja con el mismo tejido de patrón de espiga como la Síndone.

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En esta ilustración se pueden observar dos escenas. En la imagen superior, aparecen José de Arimatea, Nicodemo y Juan, junto al cuerpo de Jesús preparándole y limpiando sus heridas. En la escena inferior, aparecen tres mujeres que llegan al sepulcro, y se encuentran con un ángel señalando hacia abajo, donde se encuentra únicamente la Sábana Santa enrollada, sin el cuerpo de Jesús. Si nos fijamos en la sábana de la imagen inferior, vemos que ésta no es lisa, sino que lo pintaron con formas geométricas. La verdadera Sábana estaba realizada en forma de espiga.

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Así que esas formas geométricas no son casuales, sino que el autor tuvo acceso a la Síndone e intentó ser lo más fiel posible a cómo era realmente. Existe una coincidencia sorprendente en el dibujo del Códex Pray, donde se aprecia con gran detalle los cuatro agujeros de quemaduras que existen en la Sábana Santa. Esta prueba confirmaría que fueron realizadas mucho tiempo anterior  al año 1.150, mucho antes a la datación por carbono 14 del que hablaré más adelante.

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Estas quemaduras se desconocen cuándo sucedieron, pero por estas pruebas se conoce que se produjeron con anterioridad al siglo X. Además, Marco Polo dijo: «Cuando se encuentra una mina de salamandra (amianto), este mineral aparece en forma de algodón en rama, muy espeso y compacto. Se consigue hilarlo y tejer cuerdas y amplias placas muy utilizables para techos de viviendas en regiones calurosas. Para llegar a su hilado, hay que machacar el mineral tal cual sale de su yacimiento, luego se lava y por último se seca, quedando entonces las delgadas hebras listas para ser tejidas. En Roma hay un gran lienzo de salamandra que mi padre Nicolás Polo trajo como presente del Gran Kan al Papa, para que con él se cubriera al sudario de Nuestro Señor Jesucristo».

Estas palabras de Marco Polo, revelan que se intentó utilizar mina de salamandra (amianto), un material ignífugo. Esto significa que ya existían indicios que la Sábana Santa sufrió algunas quemaduras con anterioridad, mucho antes del incendio de Chambery.
En el año 1.203, un cruzado llamado Robert de Clari aseguró haber visto en la Iglesia de Santa María de Blanquerna (Constantinopla), una tela con la imagen de Jesús, y afirmó: «El sudario donde nuestro Señor fue envuelto, era exhibido cada viernes en lo alto de la ciudad para que uno pudiera ver en él la figura de nuestro Señor». La cita tiene importancia porque es el primer testimonio que se conoce de un sudario con imagen.

En el año 1.205, tras la IV Cruzada, conocida como la de los mercaderes, Teodoro Angelos (sobrino de uno de los tres emperadores bizantinos que fueron depuestos), envió la siguiente misiva el 01 de agosto de ese año al Papa Inocencio III, protestando por el ataque a la capital:

Los venecianos se repartieron los tesoros de oro, plata y marfil, mientras que los franceses hicieron lo mismo con las reliquias de los santos y, lo más sagrado de todo, el lino en el que nuestro Señor Jesucristo fue envuelto tras su muerte y antes de su resurrección. Sabemos que esos saqueadores han guardado los objetos sagrados en Venecia, Francia, y otros lugares, estando el sagrado lino en Atenas.

Los mercaderes de Venecia sufragaron los gastos y cedieron 480 barcos para transportar a los cruzados. La excusa de esta cruzada, era que Constantinopla pertenecía a la iglesia cismática, y esto parecía justificar su saqueo y la incautación de sus bienes y reliquias. Esta cruzada fue un gran error político-religioso, cuyas consecuencias actualmente se vienen pagando.

Así que la Síndone es llevada a Francia tras el saqueo de la IV Cruzada, y desde entonces, no se tienen testimonios de su presencia allí hasta el año 1.355, cuando se sabe que está en poder de los Charnay, en la localidad de Lirey (Francia). No hay que olvidar, que los templarios como organización, se disolvieron el 03 de abril de 1.312, y terminó con la muerte en la hoguera por orden de Felipe el Hermoso, de Jacques de Molay y Godofredo de Charnay. Así que los templarios fueron los custodios de la Sábana Santa, quienes ofrecieron el lienzo a la colegiata de Santa María de Lirey, que Godofredo de Charnay había fundado.

A partir de esta fecha, se incrementa considerablemente la peregrinación a esta localidad francesa. La Sábana Santa permaneció en la colegiata una temporada, pero su fama iba tan en aumento, que se empezó a temer por su seguridad, así que fue llevada al Castillo de Saint Hippolyte sur le Doubs, que pertenecía al conde Humberto. Al morir éste sin descendencia, y tras unas luchas de poder y de herencias, finalmente la Síndone queda en manos de los duques de Saboya, quienes llevaron la reliquia a la localidad francesa de Chambery, donde fue exhibida desde el año 1.494 hasta el 1.578.

En esta localidad, la Síndone se guardó en una urna de plata cincelada, donde estaba plegada en varias dobleces. La noche del 04 de diciembre de 1.532, un incendió se desató en la sillería de madera del coro de la Sainte Chapelle, que alcanzó rápidamente las dependencias donde se encontraba la Sábana Santa. Uno de los primeros en percatarse del incendio, fue el cerrajero Guillaume Pussod, quien rápidamente acudió a la capilla, forzando la verja que custodiaba la reliquia y poniendo a salvo la Síndone. Esto le provocó numerosas quemaduras, pero gracias a él, la Sábana Santa no terminó quemada, aunque sí llegó a quemarse una de las esquinas.

Finalmente, los Saboya que tenían su corte en Turín, decidieron trasladar la reliquia a esta ciudad, donde permanece actualmente. El traslado se hizo el 14 de septiembre de 1.578. La Síndone perteneció a la familia Saboya hasta el 18 de marzo de 1.983 (hace tan sólo 30 años), con la muerte de Humberto II, el último rey de Italia. En su testamento, lo cedió a la Santa Sede, y desde el 18 de octubre de 1.984, les pertenece.

Esta es la cronología histórica de la Sábana Santa hasta nuestros días. Pero realmente todo empezó a cambiar cunado un fotógrafo llamado Secondo Pía, realizó en 1.898 las primeras fotografías al lienzo. Al revelar las fotografías, fue cuando se encontró de bruces con lo que parecía un negativo fotográfico. Esto fue lo que se encontró Secondo Pía.

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Una imagen perfecta del cuerpo que envolvió la sábana. Esto produjo gran alteración a nivel mundial, porque era una prueba, la única que existe de la verdadera imagen y el rostro de Jesús. Lo que se observa es:

  • en la sábana original, de color amarillento, es muy difícil observar ninguna figura cuando ésta se observa a menos de 2 metros de distancia.
  • existe una perfecta correspondencia entre ambas caras de la imagen, fue un cuerpo tridimensional el que estuvo envuelto en el lienzo.
  • Las manchas en la tela, tienen el carácter de un negativo fotográfico, tras la foto de 1.898, se pudo apreciar toda la información que contiene la Sábana Santa.
  • No hay imagen bajo las costras de sangre, lo que significa que la imagen es posterior a estas heridas.

Entre el 8 y el 13 de octubre de 1.978, un equipo multidisciplinar denominado STURP (Shroud of Turin Research Project), estudió la Síndone de forma ininterrumpida (120 horas). Este equipo estaba compuesto por 31 científicos de todas las disciplinas necesarias para un estudio exhaustivo de la Sábana Santa (físicos, hematólogos, fotógrafos, forenses, químicos, etc…).

En el positivo fotográfico, aparecían con gran claridad las múltiples heridas del cuerpo, los regueros de sangre, la coagulación fisiológica, lesiones, morfología y fisonomía del cuerpo… Yves Delage, profesor de Anatomía en la Sorbona, no dudó en afirmar que aquel lienzo cubrió el cuerpo de Jesús en el sepulcro.

Los componentes del STURP, Alan Adler y John Heller, investigaron la sangre, encontrando proteínas animales en las zonas de las heridas, asociadas a la seroalbúmina (proteína humana más importante en el plasma). También encontraron presencia de hemocromógeno (causante del color rojo en la sangre), y pigmentos biliares como la bilirrubina y azobilirrubina. Los resultados también dieron positivo en el test de seroalbúmina que demuestra que los halos serosos de las manchas son reales. Todo esto demostraba que era imposible que fuera una falsificación o una pintura.

Se demostró la inexistencia de cualquier tipo de colorante mezclada con la sangre. Las manchas de sangre habían traspasado la tela. Si las manchas fueran pintura, éstas no la habrían traspasado. Y la imagen no traspasó la tela. La sangre presenta una direccionalidad correcta conforme a las heridas existentes. Hay marcas de abrasión en la parte izquierda de la frente. En la parte posterior de la sábana se aprecian las heridas por la flagelación que sufrió Jesús. También la rodilla izquierda presenta abrasión (seguramente de las continuas caídas al transportar la cruz al Gólgota).

Si nos remontamos al día de su crucifixión, ese viernes tarde, cuando le bajaron de la cruz, ya estaba a punto de comenzar el Sabbath, donde ya no se podía hacer nada con el cuerpo hasta que pasara esta festividad. Se ha comprobado que la forma de la tela, la urdimbre, era típica en ese momento y en ese lugar. Cuando Jesús fue llevado al sepulcro de José de Arimatea, no les dieron tiempo a limpiarle bien todas las heridas, ni afeitarlo, ni prepararlo correctamente según las costumbres judías de la época.

A Jesús le pusieron un pañuelo alrededor del mentón, lo que se conocía como «sudario«, y eran las mujeres las encargadas de limpiar el cadáver y purificarlo. La imagen del pelo aparece blanco, porque tiene sangre, y la sangre en el negativo fotográfico aparece positivo, ya que tiene cierto grado de fosforescencia y brilla.

Cuando se analizaron las heridas y contusiones del rostro, se llegó a la siguiente conclusión:

  • Tumefacción en la zona de la frente. El arco de la ceja derecha condicionó el cierre parcial del mismo.
  • Coágulos sanguíneos en frente y cabello por heridas punzantes.
  • Contusión en la mejilla derecha en forma de triángulo.
  • Desviación de la nariz hacia la derecha. Ésta, presenta su ala izquierda ensanchada y achatada. Este golpe debió provocar una gran hemorragia nasal. Existe un reguero irregular a lo largo de la comisura derecha de la nariz.
  • Labios, mentón, bigotes y barba están impregnados de abundante sangre.
  • Reguero de sangre que sale de la comisura derecha del labio y la nariz.
  • Mentón tumefacto, contuso y excoriado. Zona fuertemente hinchada y empapada en sangre.
  • Pómulos hinchados y contundidos. Tanto el pómulo derecho como el izquierdo están muy lesionados. El izquierdo presenta una herida abierta y el derecho una deformidad.

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Estamos ante un rostro que ha sido brutalmente lesionado, a base de golpes, puñetazos, varas, tirones de pelo, etc… Las lesiones en el cuero cabelludo produjeron una hemorragia múltiple y gran dolor. El cuero cabelludo, las sienes y la frente presentan una zona rica sensitiva provenientes de ramas del V par craneal y de los nervios occipitales. Su sensibilidad se asemeja con la punta de la lengua. Esto da una perspectiva del dolor tan intenso que debió sufrir.

Las espinas desgarraron trece puntos en la parte frontal y una veintena en la parte occipital. Cuando se pincha una vena o una arteria y se retira el pincho, la sangre sale hasta que la vasoconstricción y el proceso de la coagulación tapona la herida. Pero si el pincho sigue clavado, actúa de tapón y bloquea la salida de la sangre. En el caso de la vena, producirá un flujo de sangre lento pero continuo. La Síndone, nos dice que el hombre que fue envuelto en ella, llevó la corona durante mucho tiempo, distinguiéndose nítidamente los coágulos de la nuca.

Existe un coágulo muy particular en la parte frontal, que se conoce como el «sello de autenticidad«. Tiene una forma peculiar, como un épsilon o un nº 3. No es rectilíneo sino ondulante, como si encontrara obstáculos en su trayectoria.

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Este es el rostro, donde se ve perfectamente ese «3» en la frente de Jesús, y estas las imágenes de su rostro de cómo tuvo que estar.

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Esto pudo ser debido a las arrugas en la frente, ramas espinosas o movimientos de inclinación de la cabeza durante la permanencia en la cruz. La sangre necesita unos minutos para coagular, por eso, sólo una parte se coagula cerca de la herida. La cantidad de coágulo es más espesa y ancha cuanto más alejada esté del origen de la herida, ya que mientras dure el flujo sanguíneo, se irán acumulando coágulos unos encima de otros en estratos sucesivos.

Con la tecnología actual, se sabe que quienes le infligieron los latigazos eran diestros, y estaban a un metro de distancia de Jesús. El número de golpes recibidos fueron 120. En la parte de la espalda, se aprecian llagas abrasadas por rozamiento, y marcas profundas de los taxilli (bolas que iban incorporadas a los flagelum). Así que Jesús, en su camino al Gólgota, rozaba constantemente con el patíbulum. Existen marcas de los taxilli en la zona de los omóplatos, lo que significa que Jesús iba vestido hasta la cruz y la túnica protegió estas marcas de su destrucción, ropaje que se le despojó en el momento de crucificarle.

En la espalda existe una zona erosiva y contusa de unos 10 x 9 cm, de forma rectangular en su parte derecha. En el lado izquierdo hay una zona parecida de 14 cm de diámetro, lo que demuestra que el patíbulum pesaba bastante, abriendo las lesiones provocadas en la flagelación, y que no iba del todo horizontal sobre la espalda, sino inclinado hacia abajo por el lado izquierdo. Esto era porque el patíbulum se sujetaba con una cuerda a una pierna por un lado y por el otro al patíbulum del reo de adelante. En esta posición, las caídas eran frecuentes y brutales, dando con la cara y las rodillas en el suelo pedregoso. El patíbulum que portó Jesús debía pesar casi 60 kg.

Es imposible que nadie portara una cruz en su totalidad (patíbulum (madero horizontal) + stipes (madero vertical)), ya que entre ambos maderos pesaría la cruz cerca de 200 kg.

Las rodillas de Jesús están muy lesionadas. La derecha con fuertes excoriaciones al nivel de la rótula y con gran pérdida de líquido en esa zona. La izquierda también presenta numerosas heridas aunque de menor alcance.

Los clavos utilizados era los llamados «clavitravales«, utilizados en la construcción, que medían entre 13 y 18 cm de largo, por 1 cm de ancho en la cabeza. En la imagen de la Síndone, se aprecia claramente que los clavos no se pusieron sobre las palmas de las manos, sino en la zona de las muñecas.

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Los ligamentos y huesos del carpo (muñeca), son capaces de aguantar el peso colgado de un cuerpo, mientras las palmas no son capaces de soportarlo. El clavo al nivel de la muñeca no rompe ningún hueso, aunque el roce con el periostio produce un dolor de gran intensidad. En esa zona, el clavo lesiona el nervio mediano, que es motor y sensitivo, aumentando mucho más el dolor. La lesión de este nervio provoca que el pulgar se retraiga, por este motivo, no aparecen los dedos pulgares en la Síndone.

Los pies eran fijados con un solo clavo, pasando por entre el nivel II y III intermetatarsiano, lo que se conoce como «línea de Lisfranc«.

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El peso del cuerpo, tirando hacia abajo de unos brazos extendidos, hacen que éstos adopten una posición de 65º, provocando una expansión del tórax, dificultando la exhalación. Una respiración normal, consta de un proceso activo que es la inhalación, y un proceso pasivo que es la exhalación. En la crucifixión, esto ya no es así, la inhalación se convierte en pasiva y la exhalación activa. Esto significa que el crucificado puede inhalar pero no exhalar. Para evitar la asfixia, Jesús debió apoyar el peso de su cuerpo sobre el clavo de los pies, flexionar los codos y juntar los hombros, consiguiendo elevar su cuerpo lo suficiente para expulsar el aire.

Esto debió provocarle una hipercapnia (aumento de CO2 en la sangre), una acidosis láctica, una tetanización y la aparición de fuertes calambres musculares. Al hombre de la Síndone no le rompieron las piernas. El «crurifragium«, consistía en partir las rodillas a los condenados para que no pudieran respirar y acelerarles la muerte. Esto significa que Jesús murió antes de que le tuvieran que romper las rodillas. Sin embargo, sí que presenta una herida oval en el costado derecho de 4,5 cm de largo x 1,5 cm de ancho.

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La sangre en ese costado es post-mortem según los estudios realizados, ya que es más densa y oscura y presenta una separación en algunos puntos entre la sangre y el suero. La herida se debió producir unas dos horas después de la muerte.

El hombre de la Síndone presenta una rigidez acentuada, propia de muertes fatigosas y dolorosas con una alta deshidratación y fiebre. El rigor mortis consiste en un estado de contractura muscular que afecta a todo el cuerpo. Los músculos mantienen esa rigidez hasta que las proteínas musculares se destruyen por autolisis unas 15 ó 20 horas más tarde.

Pero no sólo las marcas y la imagen que aparece en la Síndone, nos desvelan todos los misterios de la persona que hay tras ella. Para conocer aún más su autenticidad, expertos palinólogos (estudios de los pólenes, esporas y cualquier palinomorfo actual o fósil), llegaron a la conclusión, que la Sábana Santa poseía restos de pólenes de todos los lugares históricos y reconocidos por los que pasó. El precursor que estudió estos detalles fue Max Frei.

Un total de nueve años dedicó Max Frei al estudio de los pólenes de la sábana, y tuvo que hacer siete expediciones a Oriente Medio para la obtención o identificación de los pólenes diversos, ya que muchos de ellos no estaban microfotografiados en los manuales de botánica o en los herbarios que podía disponer. Identificó 59 especies diferentes de pólenes. Identificadas las 49 primeras especies, pudo presentar ya en el II Congreso Internacional de Sindonología (Turín, 1.978) un serio avance de sus conclusiones. L0s datos y las conclusiones fueron las siguientes:

«Empujado por mi curiosidad científica, y sin prejuicios religiosos de ninguna clase, emprendí esta investigación. Mi objetivo, era reconstruir el recorrido de la Síndone por medio de los tipos de polen depositados sobre ella. La Síndone había sido expuesta a los fieles y, por consiguiente, el polen transportado con el aire por la fuerza tenía que haberse depositado sobre ella. Clasificando los distintos tipos de plantas que encontrara, podría trazar un mapa del recorrido hecho por la Síndone de lugar en lugar y de país en país. Quería saber si la Síndone había estado en el Oriente Medio. Era importante, pues, encontrar polen de plantas que no existieran en Europa. En Judea, no lejos de Jerusalén, encontré la Assueda, una planta que sólo crece en Palestina y cuyo polen se encuentra sobre la Síndone. Hasta ocho tipos de plantas que encontré en Palestina, me permiten afirmar sin posibilidad de duda que la Síndone fue expuesta en Palestina. Algunos tipos de plantas se han extinguido, pero su presencia en el pasado, precisamente en los tiempos en que vivió Cristo, está testificada por los fósiles que encontré en el lodo del Mar Muerto».

«La Síndone no sólo lleva sobre sí polen de plantas que sólo existen en Palestina sino particularmente polen de especies que vivían allí hace 2.000 años y que hoy están extintas. Frente a resultados de este calibre, puedo afirmar, sin posibilidad de ser desmentido, que la Síndone fue expuesta en Palestina hace 2.000 años. No sé si la tela ha envuelto el cuerpo de Jesucristo, pero puedo afirmar con toda seguridad que la Sábana fue desplegada en el aire de Galilea hace 2.000 años, y que sucesivamente fue llevada a Turquía y a Francia».

  •  20 de las especies identificadas son abundantes en Anatolia (región de Urfa, etc.) y cuatro en los alrededores de Constantinopla.
  • Tres cuartas partes de las especies encontradas sobre la Síndone crecen en Palestina, y entre ellas, hay trece muy características o aún exclusivas del Neguev y de la zona del Mar Muerto.
  • Los historiadores han reconstruido la historia de la Síndone como sigue: Jerusalén, Edesa, Constantinopla, Francia e Italia». La palinología está en grado de confirmar las vertientes geográficas de este itinerario. Efectivamente, basándonos en nuestras investigaciones, las principales estaciones, Jerusalén, Edesa, Constantinopla, Francia, Italia, son compatibles con el polvillo de la Síndone.

Una de las controversias más populares en contra de la datación de la Sábana Santa, fue cuando se realizó la prueba del Carbono-14. El resultado que se hizo a la Síndone por el método del carbono-14, lo databa entre los años 1.260 y 1.390. Decir que existen tres tipos de átomos de carbono para su datación, el carbono 12, 13 y 14. El más abundante es el 12 (99%), el 14 es radiactivo y el más raro, y sería un 0,0001 de la proporción existente.

Los seres vivos (animales, plantas, seres humanos), a lo largo de su vida, van acumulando carbono en su cuerpo en esas proporciones. Cada 5.730 años, el carbono 14 se reduce a la mitad (decrecimiento exponencial), nunca desaparece. Por este motivo, se toma como referencia esta datación desde 1.950.

Las fechas radiocarbónicas se expresan «bp», y las corregidas «BP». El Carbono-14 se origina en la atmósfera por el impacto de neutrones de rayos cósmicos, que al impactar con los átomos de nitrógeno, lo convierten en Carbono-14 radiactivo. Este átomo se oxida formando el CO2 que se distribuye por toda la atmósfera de forma homogénea. Este CO2 pasa a las plantas y se distribuye por todos los seres vivos.

El error que se cometió con la Síndone, es que se extrajo parte de la tela que las monjas clarisas pusieron como remiendos por las quemaduras que sufrió en uno de los incendios, motivo por el cuál, la datación en muy posterior a lo real. Para que el análisis del carbono-14 sea fiable hace falta que la muestra analizada haya es­tado muy bien guardada, para que el carbono no esté alterado. Por eso, el análisis del carbono-14 ha sido válido en los restos de San Pedro, que han estado 2.000 años encerrados en un nicho; o en los papiros de Qumran que han estado 2.000 años escondidos en unas cuevas del Mar Muerto. La Sábana Santa ha sufrido a lo largo de la historia una serie de avatares que han alterado el carbono-14, ya que ha sido expuesta al aire allí donde ha estado.

Williard Frank Libby, de la Universidad de Chicago, que recibió el Premio Nobel en 1.960 por haber descubierto el método del carbono-14, considera que este método no se puede aplicar a la Sábana Santa. El Dr. Libby dijo: «Existen fuentes radiactivas que han recargado el carbono­-14 de la Sábana Santa, por lo tanto la han rejuvenecido».

Son muchas las pruebas históricas que apuntan que la Sábana Santa ya existía mucho antes del siglo XIII. El biofísico Jean Baptiste Rinaudo, experto en medicina nuclear en la Universidad de Montpellier, emitió la hipótesis  que la imagen fue impresa después de una irradiación de protones y neutrones. Los átomos implicados son los del deuterio, presentes en la materia orgánica. Los protones habrían formado la imagen y los neutrones habrían irradiado el tejido enriqueciéndolo en carbono-14, pudiendo falsear la datación.

Muchos expertos científicos, están de acuerdo que la datación que se hizo por carbono-14 a la Síndone, no es una referencia valida. Parece evidente que el lienzo es auténtico, y que envolvió el cuerpo de Jesús, lo que es un gran misterio es cómo pudo su imagen quedar grabada en el mismo.

Lo sagrado atrae y al mismo tiempo, produce cierto temor místico, pero las personas se acercan a ello porque de ese contacto divino, esperan recibir la fuerza, energía esperanza y salvación que tanto ansían.

En este apartado, es cuando me siento realmente orgulloso de la postura que toman los científicos respecto a los creyentes y devotos. Estos últimos darán como válidas cualquier prueba ante cualquier reliquia para afirmar su fe. Una persona, como yo, agnóstica y del lado de la ciencia, de las pruebas empíricas, de la lógica y la razón, siempre mantendrá una postura abierta a aquello que la ciencia nos diga. Y no tengo ningún reparo en afirmar, como en este caso, que sí creo realmente que la Síndone es auténtica y que Jesús existió. Esto no significa que crea en las religiones, sólo significa que creo en los hechos históricos que las pruebas me enseñan. Esto tampoco significa que demos por válidas las escrituras ni muchas otras afirmaciones de la iglesia y las religiones.

Ahora bien, ¿cómo se ha grabado la impronta de su cuerpo en el lienzo? Todos aceptan el hecho que se debe a una radiación, pero se desconoce cómo tuvo lugar esta. La gravedad fue un factor importante en la formación de la imagen. En este sentido, cualquiera que fuese el mecanismo de formación de la imagen, debió de tener la propiedad de transferir la información de la superficie corporal solamente en dirección vertical. Si el cuerpo estaba en posición horizontal y supina, es razonable suponer que la gravedad, puesto que manifiesta naturalmente una simetría vertical, fuese responsable de la alineación casi vertical de las características de la imagen respecto a las características correspondientes al cuerpo. La sábana estuvo colocada en dos modos distintos cuando se formaron las imágenes del cuerpo y de la sangre.

Esta hipótesis de Jackson (jefe del STURP), explicaría las características de la imagen. Sin embargo, no se conoce ningún tipo de fenómeno que produzca la desaparición de un cuerpo ni tampoco se conoce ningún tipo de radiación que hubiera podido producir el efecto combinado de hacer desaparecer un cuerpo y de grabar levemente la parte superficial de la tela.

La hipótesis de Jackson ha sido desarrollada por otros autores como Jean Baptiste Rinaudo, Kitty Little, Mario Moroni y Antonacci. Según el resumen de este último autor, la hipótesis desarrollada sería esta:

  • el cuerpo de Jesús «se desmaterializa», emitiendo una escasa cantidad de partículas cargadas (protones, partículas alfa, deuterones etc.) y de partículas no cargadas (neutrones, etc).
  • la Síndone cae entonces y entra en contacto con el campo de partículas cargadas. A causa de la dirección vertical de la caída del lienzo bajo el efecto de la gravedad, el efecto de la interacción da una dimensión vertical a la imagen.
  • las partes inicialmente en contacto con el cuerpo reciben más  partículas, las que se alejaban reciben menos. Esto podría explicar la tridimensionalidad de la imagen.
  • la energía y la cantidad de las partículas  son minúsculas y no hay explosión. La imagen sólo se revela más tarde (imagen latente) como lo muestran algunas experimentaciones.
  • estos mecanismos permitirían también explicar el negativo y la alta resolución de la imagen, así como la totalidad de los hechos como las manchas de sangre.

En resumen, en  el momento de la desmaterialización del cuerpo y la caída del lienzo, la radiación de protones habría producido la imagen de la Sábana, mientras que la irradiación de neutrones habría producido  el rejuvenecimiento del lienzo, lo que explicaría la datación del carbono-14 efectuada en 1.978.

Los hilos no están carbonizados, sino superficialmente chamuscados, y por la penetración de la quemadura se puede medir la fracción de segundo que duró la radiación. En el momento de producirse la impresión, el hombre envuelto en el lienzo se encontraba ingrávido y las imágenes únicamente pudieron formarse como consecuencia de una radiación instantánea desconocida.

Lo que sí podemos averiguar, es el verdadero rostro de Jesús, gracias a todos los datos aportados por la imagen de la Síndone.

Cualquiera que fuera la radiación que generó la imagen, debió tener la propiedad de transferir la información de la superficie corporal en dirección vertical. Cabe recordar que nadie fue testigo directo de la resurrección de Jesús, simplemente cuando llegaron al sepulcro, él ya no estaba, sólo quedaba el lienzo con el que envolvieron su cuerpo.

Se han vertido muchas teorías sobre la crucifixión y muerte de Jesús. Que no era él quien fue crucificado, que fue otra persona quien se puso en su lugar; que murió mucho tiempo antes de bajarle de la cruz, porque ya había ascendido a los cielos; que fue abducido porque pertenecía a una raza no terrestre, y de ahí la radiación en la Sábana Santa, debido a la radiación electromagnética de la nave que recuperó su cuerpo; que no murió en la cruz y estaba vivo cuando le bajaron, y tras curar sus heridas se marchó a la India, donde finalmente murió años después en la localidad de Cachemira…

Y todo esto es así, porque su muerte y resurrección está envuelta entre muchos interrogantes. Aquellos que tenéis fe, simplemente creéis, y apenas necesitáis pruebas de la existencia o no de un dios o un mesías. Y lo que más me llama la atención de los creyentes y los devotos, es que apenas piden explicaciones o referencias  a su fe, sólo necesitan una afirmación para no dudar de los hechos, pero sí que piden todas las explicaciones y pruebas posibles cuando se rebaten sus valores y creencias.

En la Biblia, existen muchas connotaciones a existencia de vida no terrestre, a narraciones que hablan sobre hechos y acontecimientos de seres no terrestres. Cualquier persona que lea esos pasajes bíblicos, debe considerar seriamente desde su parte objetiva, que son hechos como mínimo muy extraños, y que la explicación que le ha dado la iglesia es absurda e inverosímil.

Si nos ceñimos a este capítulo en concreto, sobre quién era realmente Jesús, podríamos hablar de sus «milagros», su avanzada sabiduría, su don de gentes, su gran intuición para predecir todo aquello que le iba a suceder,, sus encuentros paranormales con «dioses» y «ángeles», su gran resistencia al dolor, sus continuas referencias a vida en otros mundos… y todo ello presente en la Biblia.

A mí me llama mucho la atención el tema de la transfiguración de Jesús. La Biblia dice al respecto en Mateo 17:2-3,5:

  • “y se transfiguró delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz. Y he aquí les aparecieron Moisés y Elías, hablando con él. Mientras él aún hablaba, una nube de luz los cubrió; y he aquí una voz desde la nube, que decía: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia; a él oíd.”

En Mateo 17:1-8; Marcos 9:2-8, y Lucas 9:28-36, se puede leer: «Una semana antes de la crucifixión, Jesús les dijo a sus discípulos que iba a sufrir, a ser muerto, y resucitado a la vida». Según la Biblia (Lucas 9:22), «Jesús tomó consigo a Pedro, Juan y Jacobo, y subió al monte a orar.  Mientras oraba, la apariencia de su rostro se hizo otra, y su ropa se hizo blanca y resplandeciente… Aparecieron Moisés y Elías, y hablaron con Jesús acerca de su muerte que pronto tendría lugar.  Pedro estaba muy asustado. Cuando una nube los envolvió y una voz dijo, “Este es mi Hijo, mi Escogido; a Él oíd.”  La nube se levantó, Moisés y Elías desaparecieron y Jesús estaba solo con sus discípulos, quienes aún estaban muy atemorizados.  Jesús les advirtió que no dijeran nada a nadie de lo que habían visto, hasta después de su resurrección».

Leyendo este pasaje bíblico, a mí lo que realmente me sorprende, es que los fieles no se hagan ciertas preguntas y den por válida cada palabra, sin interpretar lo que se dice o pensar en ello más profundamente. Porque yo leo esto, y otra cosa no, pero preguntas me hago muchísimas. Y esto no es una postura de incredulidad ni fe, sino que es un acto racional, lógico y humano.

Porque hay varias cosas que son muy llamativas e impactantes:

  1. Jesús cambió su rostro delante de varios testigos.
  2. Aparecieron Moisés y Elías, dos profetas presuntamente muertos.
  3. Una «nube» les envolvió y después se «levantó».
  4. Los allí presentes estaban atemorizados.
  5. Una voz salía de la nube asegurando ser Dios.
  6. Jesús les instó a no decir nada de lo que allí presenciaron.

Vamos a ir punto por punto para encontrar respuestas de lo que allí pudo suceder realmente.

Punto 1.- Hace pocos meses, se ha descubierto un manuscrito con más de 1.200 años de antigüedad, que desvela nuevos datos sobre Jesucristo y la Última Cena.

sindone 20

Según ha podido traducir el profesor Roelof van den Broek, este antiguo manuscrito egipcio escrito en copto desvela algunos datos hasta ahora desconocidos sobre la personalidad del propio Jesús y de algunos hechos acontecidos previamente a la noche que fue apresado para ser llevado a la cruz.

Judas besó a Jesús porque el Mesías cambiaba de aspecto y forma. En el texto, también se informa que la acción de la Última Cena sucedió un martes y no un jueves como se ha creído siempre. De ser así, haría variar por completo el calendario de Pascua, tal y como se ha estado celebrando hasta ahora.

El manuscrito explica el motivo por el cual Judas besó en la mejilla a Jesús, que era para así señalar quién de todos era Jesús. ¿Por qué tenía Judas que reconocer a Jesús, si era bien conocido por todos? La razón parece estar en la habilidad de poder transformarse, transfigurarse y cambiar de formas, fisonomía e incluso volverse invisible de Jesús.

Y así también consta en otra parte del manuscrito, en la que relata un sorprendente y previo encuentro entre Poncio Pilato y Jesús unos días antes de su muerte, en la propia casa del Pilato, donde cenaron juntos y en el que éste le ofreció el sacrificar a su propio hijo. Jesús declinó el ofrecimiento y agradeció el gesto, indicándole que él podía asumir ese sacrificio y se volvió incorpóreo ante los ojos de Pilato.

Así que parece evidente que Jesús tenía una capacidad no humana, no de este mundo, y que esa capacidad de transfigurarse era literal.

Punto 2.- Las dos personas que se ponen a hablar con Jesús, fueron Moisés y Elías. Moisés, la única persona que vio cara a cara a Dios, que habló con él a través de una «zarza ardiente», liberó a un pueblo con ayuda divina, guió a su pueblo por el duro desierto alimentándolo de maná y cuando estaba a las puertas de entrar en la tierra prometida, fue el único que no pudo hacerlo.

El Deuteronomio 34 dice: «Y subió Moisés desde la llanura de Moab al Monte Naboth, a la cumbre del Pisga, que está frente a Jericó, y el Señor le mostró toda la Tierra: de Galaad hasta Dan, todo Neftalí, la tierra de Efraín y de Manasés, toda la tierra de Judá hasta el mar Occidental, el Neguev  y la llanura del valle de Jericó, la ciudad de las palmeras, hasta Zoar. Entonces le dijo el Señor: «Esta es la tierra que juré dar a Abraham, a Isaac y a Jacob, diciendo: “Yo la daré a tu descendencia”. Te he permitido verla con tus propios ojos, pero no pasarás a ella. Y allí murió Moisés, siervo del Señor, en la tierra de Moab, conforme a la palabra del Señor. Y Él lo enterró en el valle, pero nadie sabe hasta hoy el lugar de su sepultura».

Así que  Moisés pudo ver todo el reino, que a simple vista no es visible, si no se hace desde el aire. Y su sepultura nadie la ha podido encontrar, simplemente porque parece claro que nunca llegó a descender del cielo. Y el otro es el profeta Elías. Se trata de un profeta “no muerto”, ya que los textos narran que un “carro de fuego”, bajó de los cielos, y se lo llevó.

Punto 3.- Así que una semana antes de la crucifixión de Jesús, una nube baja de los cielos, y de ella salen Elías y Moisés, dos personajes bíblicos que desaparecieron de entre los cielos, que jamás murieron en la Tierra. Unas cuantas preguntas sí que hay que hacerse creo yo. No existen nubes que bajen con personas que desaparecieron hace tiempo y se pongan a hablar con un mesías, se monten en la nube y vuelvan al cielo, a no ser, que esa «nube» fuera una nave. No sé, es lo que yo pienso.

Punto 4.- Si Jesús era el enviado de Dios, y todos sus discípulos confiaban en él, ¿por qué motivo iban a estar temerosos? Simplemente, porque lo que allí presenciaron no era de este mundo. Una persona que se transfigura, una nave que baja de los cielos, dos muertos que aparecen de entre las nubes, que vuelven a ascender, una voz que sale de la nube y les habla. No sé vosotros, pero si eso me ocurriera a mí hace 2.000 años, que no se conocía la tecnología actual, algo temeroso e incómodo sí estaría.

Hay algo que todos debemos tener presente, y es que existían muchas dudas en aquel momento respecto a Jesús, ya que el mesías que esperaban no era lo que Jesús representaba. Y mucho más importante aún, un enviado de Dios, era inconcebible que muriera apaleado y crucificado como un vulgar ladrón.

Así que, es muy posible y lógico, pensar que Jesús llevó a algunos discípulos aquella noche a ese encuentro, para que vieran con sus propios ojos quién era Él realmente, su poder, su naturaleza y lo que iba a suceder en días posteriores.

Punto 5.- La voz que salía de la nave, perdón!! de la nube, era la voz de Dios, quien dijo a todos que no dudaran de Él, que fue el elegido por el mismísimo Dios, y que debían creer todo lo que decía, y que sus actos ya estaban estudiados de antemano para tener el final previsto. Parece obvio, que allí se condensaron muchos factores y acciones para creer en la naturaleza divina, no humana y no terrestre de Jesús.

Punto 6.- Una vez todo hubo terminado, Jesús instó y ordenó a los allí presentes a mantener silencio sobre lo que habían presenciado. ¿Por qué motivo? Si la gente necesitaba pruebas de su divinidad, de su poder, de ser el hijo de Dios, el Rey de Reyes… es incomprensible que acallara las voces de quienes presenciaron su verdadero origen, que realmente proviene de los cielos.

¿Cuántas veces incidía Jesús en decir que su Reino no era de este mundo? Entonces si no era de este mundo, ¿de dónde era? Y la iglesia nos ha dicho y enseñado durante siglos, que su reino está después de la muerte.

Cuando  hablo con gente creyente, realmente me fascina lo poco que necesitan para creer en su religión. Y unos tras otros dicen las mismas frases, sin apenas espacio para el razonamiento. Casi ninguno ha leído la Biblia, sí han leído muchos pasajes famosos o partes que más les interesan. Y cuando leen pasajes como la transfiguración de Jesús, ni se inmutan. Les parece normal que de una nube bajen dos profetas no muertos, que Jesús cambie de aspecto, que una voz (la de Dios) salga de la nube, que vuelvan a subir a ese nube y vuelen al cielo, y que Jesús les diga que no cuenten nada de lo que allí han presenciado. Y esto es algo lógico para ellos.

Eso sí, la mayoría no creen en seres de otros mundos, o si alguien les demuestra que existen los OVNIS con más de 1.000 pruebas, seguirán afirmando que no existen… pero lo otro sí lo ven lógico.

Y yo les digo que en el Universo existen 300.000 trillones de estrellas, es decir, existen 300.000.000.000.000.000.000.000 de estrellas. Creo que es un número considerable de estrellas para pensar que existen más mundos con vida además del nuestro. Pues esta forma de pensar y de probabilidades no les parece lógica. Para un creyente es más sencillo que exista un Dios que de la nada haya creado todo un Universo con más de 300.000 trillones de estrellas, millones de planetas, miles y miles de galaxias, con el único propósito de crear vida en un pequeño rincón, y que tardara 13.500 millones de años en hacerlo.

Entonces yo me planteo, que la Síndone es auténtica, que envolvió el cuerpo de Jesús, y que la imagen, la impronta, se generó debido a una radiación. Ahora bien, ¿qué pudo crear una radiación o una energía tal, que suspendiera el cuerpo manteniéndolo ingrávido, y en décimas de segundo hiciera desaparecer su cuerpo, dejando chamuscada la Sábana? Su cuerpo desapareció literalmente, como si fuera abducido.

A mí me sobrevienen más interrogantes que respuestas. Pero sí creo en uno de los continuos mensajes de Jesús: «Su Reino no es de este mundo».

Cuando un acto religioso tiene explicación, exigirán todas las pruebas posibles que intentan rebatir su fe y sus creencias, pero cuando algo no tiene aún explicación, basta una sola afirmación para ser aceptada por la sociedad creyente. (Jorge Palazón 18/11/2.013).