Archivo mensual: marzo 2013

Gólgota, el Calvario y Muerte de Jesús (Episodio II)

Son las 10:00 de la mañana del viernes 3 de abril, y Jesús está sentenciado a ser crucificado. En la ley judía no existía la crucifixión, y el mayor castigo que tenían, era la pena capital por lapidación o la horca. En cambio, los romanos sí ejercían la crucifixión para determinados delitos, principalmente para los rebeldes y traidores, por ser una amenaza para la paz y el orden social en el Imperio.

La pena de azotes era la inmediatamente inferior a la pena de muerte. Estos azotes debían administrarse por todo el cuerpo, desde la planta de los pies hasta la cabeza. Desnudaron a Jesús para prepararle a padecer aquella tortura. Trasladaron a Jesús al pretorio, donde empezaron a quitarle la ropa, y donde los verdugos empezaron a golpearle, y a rasgarle las vestiduras brutalmente. Fue allí, en el mismo pretorio, a la vista de todo el pueblo, donde sería azotado.

En este instante, Jesús recibe los primeros latigazos. Las leyes judías, «sólo» permitían un máximo de 39 latigazos, y como querían un castigo ejemplar contra Jesús, este trabajo pasó a manos de los romanos, donde no existían límites. El látigo que se empleó para golpearle fue el «flagrum» o «flagelum«.

flagrum

El nombre de este látigo, ha derivado en lo que hoy conocemos como flagelación. Pero se emplearon varios instrumentos de tortura además del flagrum. También le azotaron con varas conforme a la costumbre romana, con el látigo, que tenía tres correas de cuero endurecido atadas a un palo corto, el vergajo, que eran varas verdes flexibles de árbol y la fusta, que eran correas de cuero. Pero el más empleado fue el flagelo, que era un látigo de correas guarnecido de bolitas de plomo, huesecillos cuadrados y agudas puntas de hierro llamadas escorpiones.

Fueron seis soldados romanos los encargados de alternarse para golpear el cuerpo de Jesús, de la forma más cruel posible. El tiempo que Jesús pasó en el pretorio, le asestaron tantos latigazos, que le ocasionaron casi 400 heridas diferentes, todo el cuerpo estaba ensangrentado y resquebrajado, excepto en las zonas donde se encontraban órganos vitales. Los textos, hablan de la crueldad de los soldados, y describen que pasado este suplicio, el cuerpo había quedado horrible y desagradable de ver; con tantas heridas, que su cuerpo parecía el de un leproso (Is 53, 2-4), y que desde la planta del pie hasta la cabeza había quedado todo golpeado, herido y sangrando (Is 1, 6).

Los ejecutores que llevaron a cabo el castigo, fueron los «lictores«. Estos expertos conocedores del cuerpo, poseían la precisión para golpear con la intensidad y en el lugar idóneo. Sus herramientas, eran el haz de varas, la virgae para el castigo y la securis para matar. Si no se controlaba demasiado bien el golpe, el instrumento y la localización del cuerpo, se podía llegar a morir como consecuencia de ello, ya sea por traumatismo, por las hemorragias o por lesiones internas e infecciones.

Si lo que allí estaba sucediendo debía ser realmente duro para alguien ajeno a Jesús, incluso para aquellos que le acusaron, el sentimiento que debían tener aquellas personas que sí le amaban como María y María Magdalena, tuvo que ser realmente indescriptible. Algunos textos, describen cómo quedó el cuerpo de Jesús al terminar el severo castigo. Su cuerpo fue azotado hasta las costillas, de modo que se le veían los huesos, y le desgarraron la carne. Estaba totalmente ensangrentado y despedazado, no quedaba en su cuerpo parte sana donde le pudiesen azotar ya más. La escena tenía que ser realmente imponente.

En el episodio anterior, vimos que Jesús sufrió en Getsemaní un brote de hematohidrosis, por lo que empezó a sudar sangre. En el momento de los latigazos, la sensación de dolor se debió multiplicar considerablemente, ya que las personas que sufren hematohidrosis, uno de los síntomas posteriores es que la piel, se encuentra en un estado hipersensible, así que en cada latigazo, Jesús debió soportar un dolor extremo, y recibió unos 100 latigazos.

Una vez le infligieron ese castigo inhumano, llevaron a Jesús a otra estancia llamada el atrio, en el interior del pretorio, e hicieron con él lo que se llamaba en aquel tiempo “el juego del rey”, que era un «juego» de azar practicado por niños y adultos. Este era un juego cruel, donde se le impuso a Jesús la corona de espinas.

En el atrio se congregaron entre 400 a 600 hombres donde le obligaron a sentarse sobre un banco de piedra. Su cuerpo totalmente ensangrentado y lleno de heridas, fue cubierto por una capa corta color grana. Su rostro, no fue golpeado por los látigos, pero sí estaba ya magullado por los puñetazos que le dieron los soldados romanos. En ese instante, le colocaron la corona de espinas con gran fuerza sobre su cabeza. Como Jesús era llamado Rey de los Judíos, esa corona hacía las veces de corona real, por lo que también le pusieron sobre su mano derecha una caña por cetro, siendo así objeto de mofa y escarnio público.

Los soldados romanos empezaron a gritar: ”Salve, Rey de los Judíos!», y le golpearon en la cabeza con una caña mientras le escupían, y se pusieron todos de rodillas mientras le hacían reverencias. Según las escrituras, una vez Jesús sufrió todo tipo de vejaciones, le volvieron a desnudar (Mateo 27:29). La práctica que los soldados hicieron con Jesús, estaba totalmente prohibida por la Ley Talia, grabada en el Lithostrotos.

En Juan 19:13, se señala que Poncio Pilato hizo salir a Jesús, y se sentó en el tribunal, en un lugar del Templo llamado Lithostrotos (en hebreo Gábbata). Lithostrotos designaba el pavimento enlozado o de mosaico que se encontraba en el tribunal, y se extendía hasta el pretorio. Muchas partes de ese pavimento, estaba decorado con mosaicos de diferentes temáticas, y uno de ellos hacía referencia al «Juego del Rey». Gábbata, deriva de una raíz que significa «espalda», o «elevación». Parece que los dos nombres, «Lithostrotos» y «Gábbata», se debían a diferentes características del lugar donde Pilato condenó a muerte a Jesús. Gábbata era el lugar de Jerusalén, donde Pilato tenía su tribunal, donde hizo que Jesús fuera traído, donde habría realizado su audiencia, y en presencia de la multitud judía, su formal y final sentencia de condenación.

En el siglo V, San Vicente de Lerins (monje galorromano y Padre de la Iglesia), escribió: «Le impusieron sobre su cabeza una corona de espinas que tenía forma de pileus, de manera que recubría y tocaba la cabeza por todas partes». La palabra “corona”, nos ha inducido a pensar siempre en un cerco de espinas en torno a la cabeza, tal como lo representan los crucifijos, pero la descripción de San Vicente de Lerins, nos informa claramente que se trataba de un casco sin alas (la forma de un pileus), que fue rellenado con afiladas púas, y se la impusieron de forma forzada a Jesús, con el consiguiente  dolor que debió volver a soportar nuevamente.

Realmente, la descripción empleada por Marcos y Juan es: «Plexantes stephanon ex acanthon…epethekan epi tes kefales autou», lo que significa “Entretejiendo una corona de espinas, se la pusieron sobre su cabeza.” Estas espinas, provenían de una planta local, y se entretejía alrededor de la cabeza horizontalmente de la frente a la nuca pasando por encima de las orejas.

En Jerusalén, abunda un arbusto espinoso llamado ziziphus, que se utilizaba principalmente para hacer hogueras. Tras la crucifixión de Jesús, a este arbusto se le empezó a llamar Spina Christi, y fue de aquí donde consiguieron extraer las espinas que colocaron en el interior del casco. La «corona» de espinas permanecería puesta hasta la crucifixión, así que Jesús la llevó puesta durante todo el trayecto que le condujo hacia el Gólgota.

No sólo Jesús fue objeto de mofa por parte de los legionarios romanos, sino que empezaron a golpear el casco con fuerza con la varas que portaban, para así encajarla aún más en el cuero cabelludo del reo, y a su vez, propiciar el mayor dolor posible. A estas alturas de castigo, Jesús llevaba a sus espaldas más de 100 latigazos que le destrozaron la piel en prácticamente todo el cuerpo, golpes en su rostro, y un casco lleno de espinas que le encajaron de forma brutal. Lo realmente increíble, es que con esas heridas aún permaneciera en pie y consciente.

Cuando dieron por terminado el castigo, fue cuando Pocio Pilato presentó a la multitud a Jesús, portando la corona de espinas y el manto color púrpura, Pilato dijo las palabras «Ecce Homo» (He aquí el hombre!!). Por este motivo, en el arte cristiano se denomina «Ecce Homo» a una tipología de representaciones de Jesús, en la que aparece semidesnudo y atado, torturado y dispuesto para la crucifixión.

En ese instante, levantaron a Jesús y le pusieron la cruz, para que la cargara hasta el monte donde iba a ser crucificado. En este punto, aclarar que a Jesús, lo que realmente le hicieron cargar fue el patíbulo. La cruz, está formada por dos maderos, el horizontal y más corto, y el vertical y más largo. A Jesús le hicieron cargar con el madero horizontal (patibulum), y no el vertical (Stipes). Y la cruz empleada, seguramente tenía forma de «T», conocida como cruz Tau.

cruz tau

El patibulum solía pesar entre 51 kg y 70 kg, y Jesús debió soportar esa carga durante 650 yardas, (594 metros), entre la fortaleza Antonia hasta el Gólgota. En el patibulum, se colocaba un letrero pequeño (llamado «titulus«), donde se inscribía el crimen y delito de la víctima. Seguramente fue este letrero clavado arriba de la cruz, la causa de que la cruz tuviera ese aspecto de «cruz latina» que todos han creído fue la forma original de la cruz. En la versión de los evangelios de Marcos y Lucas, se dice que en el letrero se podía leer: «El rey de los judíos». En el Evangelio de Mateo se dice que ponía:  «Este es Jesús el rey de los judíos», y en el Evangelio de Juan se dice: «Jesús el Nazareno el rey de los judíos», que en latín es «Iesus Nazarenus Rex Iudæorum» (las siglas INRI típicas del arte cristiano).

El patibulum fue atado sobre sus hombros, y junto a Jesús, en el camino hacia el Gólgota, Jesús fue «escoltado» por dos ladrones y el equipo de ejecución de los soldados romanos dirigido por un centurión. Era común que los grupos de ejecución estuvieran compuestos de cuatro soldados y un centurión, y que estos pudieran reclamar los bienes de la víctima como parte de su salario (expollatio). La Biblia narra que, tras ser crucificado, los soldados se repartieron sus vestiduras.

En este instante empezó la famosa travesía por la Vía Dolorosa. La orografía de esa vía constaba de rampas de hasta un 25% de desnivel. Jesús, se tambaleaba y caía de forma reiterativa. La pérdida de sangre, las heridas en su piel, las espinas en su cabeza, la tortuosa vía y el peso del patíbulo, fue realmente un calvario insoportable, que de forma inexplicable Jesús pudo terminar. El patíbulo debía ser de una madera de pino o de olivo, dos árboles muy comunes en aquella zona, pero donde sus astillas eran muy comunes.

El madero que soportó Jesús, no estaba lijado ni barnizado, así que tras cada caída, con la piel y las terminaciones nerviosas al descubierto, las astillas se clavarían a su cuerpo, siendo nuevamente otra tortura más a su calvario. Jesús trataba de levantarse una y otra vez, pero cada vez le costaba más. Los soldados romanos  temían que Jesús muriera antes de ser crucificado. El centurión, ansioso de continuar con la crucifixión, seleccionó a un fuerte y robusto hombre norteafricano que presenciaba como espectador la escena. esta persona era Simón de Cirene, para cargar la cruz.

El personaje del cirineo es realmente misterioso. Se trata de una persona que no debería estar allí. Simón pasaba por aquel lugar situado fuera de las murallas de la ciudad y próximo al montículo del Calvario. El hecho de llamarle «el cirineo», indica que debía proceder de esta región del Norte de Africa, aunque fuese judío. Estaba en Jerusalén de paso, seguramente en peregrinación por la Pascua, y en un instante, se vió portando la cruz de Jesús.

Simón de Cirene no estaba entre la gente que se agolpaba en las calles esperando el paso de Jesús, ni estaba entre los que le insultaba, escupía o tiraban objetos. Tampoco estaba entre aquella gente que quería verlo por devoción, tampoco estaba por el lado romano como parte de los soldados. Simón simplemente pasaba por allí, cuando los romanos le obligaron a ayudar a Jesús. Es posible, que incluso no supiera quién era la persona que portaba el patibulum y que tenía un aspecto tan castigado. Es muy posible, que Simón no quisiera verse involucrado en ese acto, ya que en la fecha que estaban, en Pascua, verse mezclado con esa persona podría hacerle impuro.

Simón se quedó mirando a Jesús, que en ese instante estaría arodillado intentado levantarse, coger las fuerzas suficientes para cargar el patibulum otro trecho. Y por un extraño motivo, Simón de Cirene arrimó su hombro al madero para aliviar del peso a Jesús. Este acto, ha pasado a la historia como que hay que cargar con la cruz de otra persona para comprenderle, para entender su dolor y sus circunstancias.

Simón de Cirene, acompañó a Jesús en su pasión, por este motivo, se llama al hecho de empatizar con alguien que está sufriendo y acompañarle en ese sufrimiento, con la palabra «compasión«. Gracias a la ayuda del cirineo, Jesús llegó al Gólgota, al final de su recorrido, lugar donde aún tendría que soportar un severo castigo y dolor.

Una vez en la colina del Gólgota, Jesús estaba totalmente roto por el castigo y débil por la pérdida de sangre constante, así que los soldados le ofrececieron de beber una especie de vino mezclado con mirra, una mezcla analgésica suave que rehúsa a tomar (Marcos 15:23). En el Antiguo Testamento, en Proverbios, se puede leer «Dad bebidas alcohólicas al que va a morir, y vino al amargado, para que así olviden sus miserias y no se acuerden de sus desgracias». Que Jesús rechazara ese vino, fue el gesto que ha provocado que esté prohibido beber alcohol en muchos círculos religiosos, contradiciendo al Antiguo Testamento que sí lo permite.

El verdadero motivo por el que Jesús rechazó el vino, lo encontramos en La Última Cena. Durante la cena, Jesús tomó una copa de vino y dijo: «Esta es mi sangre de la Alianza, que va a ser derramada por muchos. Les aseguro que ya no volveré a beber del producto de la vid hasta que lo beba nuevamente en el Reino de Dios». Y efectivamente, no lo volvió a hacer.

Los soldados ordenaron a Simón poner la cruz en la tierra. Realmente lo que pusieron en la tierra fue el «Stipes», el madero vertical. Y una vez ya estaba colocado en el suelo, pusieron a Jesús sobre él, poniendo su espalda y hombros contra el madero. En este instante, procedieron a poner los clavos, que en contra de la mayoría de pinturas y creencias, no se realizó en las palmas de las manos, sino en las muñecas, exactamente entre el cúbito y el radio, aunque en un principio sí se intentó en las palmas.

Los soldados romanos, antes de intentarlo en las muñecas, probaron con las palmas de las manos, pero en el segundo intento, dañaron el nervio, lo que provocó que el dedo gordo se doblara hacia dentro. Si Jesús ya venía soportando desde la madrugada un gran castigo, esta lesión de ese nervio, tuvo que ser realmente doloroso, ya que dicho nervio está conectado con la columna vertebral, por lo que el dolor se extiende por todo el cuerpo con gran intensidad y rapidez.

El legionario encargado de la tarea, atravesó el cuerpo de Jesús con un clavo de sección cuadrada, perforando su piel y la madera.

clavos de cristo

El clavo atravesó el nervio mediano. Este nervio mayor quedó totalmente roto, por lo que el dolor que debió sentir fue inimaginable. Para hacernos una idea de lo que debió sentir, la sensación es parecida a si nos golpean el codo con un martillo repetidas veces. Pero a Jesús, el dolor le provenía de los nervios, por lo que aún se multiplicaría el dolor. Al romper el tendón y estar ya clavado por la muñecas, Jesús debió hacer un gran esfuerzo con todos los músculos de la espalda para poder respirar.

El dolor debió ser tan indescriptible, que se ha tenido que crear una palabra nueva para describir ese dolor, «excruciante» (que significa «de la cruz»), así que cuando decimos que un dolor es excruciante, es porque no hay nada más allá que pueda resultar más doloroso que lo que estamos sintiendo.

Una vez terminaron con las muñecas, se procedió a clavar los pies. El pie izquierdo fue presionado contra el pie derecho y con los dos pies extendidos, dedos abajo, atravesaron un clavo a través del arco de cada uno, dejando las rodillas flexionadas. El dolor ahora ya era extenuante e insoportable, un dolor que se transmitía desde los dedos hacia los brazos hasta terminar en el cerebro. Una vez terminado el proceso en ambas muñecas y en los pies, procedieron a levantar la parte horizontal (patibulum) en el lugar que le correspondía al borde del poste, junto con el título que rezaba: «Jesús de Nazaret, Rey de los Judíos».

INRI

Y levantaron la cruz mostrando a Jesús al mundo. La posición en la cruz debió ser una tortura. Sus brazos fueron estirados 15 cm por lo que ambos hombros estarían dislocados.

Una vez que la persona crucificada cuelga en posición vertical, se puede afirmar que empieza una muerte lenta y agonizante por asfixia. Una persona crucificada, que no hubiera sido expuesta al severo castigo que le infligieron a Jesús, tardaría entre 3 o 4 días en morir en la cruz. Pero con Jesús, los tiempos no eran esos, ya que debía morir ese viernes 3 abril, ya que en Pascua nadie puede estar crucificado. Así que los soldados, lo único que tenían que vigilar era que Jesús sufriera lo máximo posible, alargar su agonía, y que muriera antes de las puesta de sol.

Lo que cualquiera de nosotros notaría estando crucificado, es que la presión ejercida en los músculos pone el pecho en la posición de inhalación. Esto significa que para poder exhalar, debemos apoyarnos en nuestros pies (los cuales se encuentras fijados por los clavos), para que la tensión de los músculos se alivie por un momento. Al hacerlo, el clavo va desgarrando el pie hasta que quede finalmente incrustado en los huesos tarsianos, y como necesitaríamos de todos nuestro cuerpo para realizar esa maniobra, a su vez nos iríamos desgarrando la espalda con el madero, y nuestra cabeza con la corona de espinas. Y esta sensación sería constante, porque necesitamos respirar para seguir vivos. Y esta agonía durante horas y horas.

Los brazos se fatigan rápidamente, enormes calambres pulsan sobre los músculos contrayéndolos en un dolor palpitante y persistente, lo que imposibilita y dificulta sobremanera empujarse hacia arriba. Colgando de los brazos, los músculos pectorales estás paralizados y los músculos intercostales están incapacitados para reaccionar. Puedes inhalar aire en los pulmones pero no puedes exhalarlo. Jesús lucharía por levantarse y obtener por lo menos una respiración leve. Finalmente se acumula bióxido de carbono en los pulmones y en las vías sanguíneas, que provocan un alivio momentáneo y una disminución de los calambres parcialmente.

Aquellos condenados por ladrones o cualquier otro delito que su pena fuera la crucifixión, se le ponía un madero en los pies para que los apoyaran (no se les clavaba), y si la persona duraba más de 3 días en la cruz, le rompían las rodillas a golpes, para que ya no pudiera apoyarse en condiciones y así le costara más respirar, por lo que conseguían que muriera más rápidamente. Este proceso continuaba hasta que la persona ya no pudiera empujarse hacia arriba para respirar, por lo que moría por asfixia.

En este punto, fue cuando intentaron dar a Jesús de beber por segunda vez. Los soldados dieron a beber a Jesús de una vasija llena de vinagre. Sujetaron una esponja a una rama de hisopo empapada en vinagre y se la acercaron a la boca. Esta bebida, hecha de miel, claras de huevo y esencias de diferentes hierbas, servía para que las heridas dolieran aún más y apurar la muerte del reo. Por este motivo estaba ahí, para hacer que los que estaban crucificados muerieran más rápidamente, no era una bebida consoladora que apaciguara el sufrimiento. Cuando alzan la rama hacia la boca de Jesús, vuelve a despreciarlo.

Jesús, a medida que le costaba cada vez más respirar, debido al agotamiento físico, las heridas, la pérdida de sangre, ya sin fuerzas… entró en un estado de acidosis respiratoria, donde el CO2 (dióxido de carbono) de la sangre, se disuelve como H2CO3 (ácido carbónico), lo que significa un aumento de la acidez de la sangre. Así que Jesús empezó a tener un pulso irregular, a que su corazón no empezara a latir correctamente, y empezara a tener taquicardias.

En ese punto, muchos factores influyeron en su muete. La disminución de la volemia por la abundante pérdida de sangre, aumentaron la disnea (dificultad respiratoria) que comenzó la noche anterior en Getsemaní. Esta disnea aumentó con los latigazos que afectaron y dañaron diversos órganos. Una hipercapnia (aumento de la presión parcial de dióxido de carbono), muy severa le sobrevino. La hipotensión arterial, acrecentada por la desnutrición y la pérdida constante de líquido corporal y de sangre, le dejaron sin fuerzas. Además, todo el dolor que soportó, se vio incrementado por la hematohidrosis de la noche anterior, que incrementó considerablemente el dolor sobre la dermis y la epidermis. Con estos parámetros clínicos, lo realmente increíble es que Jesús hubiera llegado hasta el final.

Jesús ya era consciente que le quedaba muy poco tiempo, que su cuerpo ya no resistiría más, que todo había terminado. En ese instante dijo: «אבא לידיים שלך מביא רוחי» (en arameo), en latín «Pater in manus tuas commendo spiritum meum» (Lucas, 23:46), que significa «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu«, conocido como el «Septem Verba» (La séptima frase de las Siete que pronunció Jesús en la cruz). Esta es la última frase que Jesús pronunció en vida, y se interpreta como un ejemplo de la confianza que debe tener un cristiano ante la entrada en el mundo espiritual, lo que se conoce como las postrimerías. Existen cuatro postrimerías que son: Muerte, Juicio, Infierno y Gloria.

En ese instante, Jesús murió a consecuencia de un fallo cardíaco, debido a la acumulación de fluido en la membrana que rodea al corazón, llamada efusión pericárdica, al igual que alrededor de los pulmones, llamada efusión pleural.

El Sol empezaba a ponerse, estaba a punto de comenzar el Sabbath, de comenzar la Pascua. La manera común de terminar una crucifixión era la «crucifractura«, por lo que se procedió a terminar con la agonía de los dos ladrones que le acompañaron en el Gólgota. Las piernas de los dos ladrones fueron rotas, para acelerar su muerte. Cuando llegaron a la altura de Jesús, vieron que Jesús había muerto, pero para cerciorarse, un soldado le clavó una lanza que atravesó el pulmón derecho y penetró en el corazón. Cuando retiró la lanza, emanó un fluido claro como el agua, que eran los fluidos que rodeaban pulmones y corazón y que le causaron el fallo cardíaco y respiratorio, seguido de gran cantidad de sangre. Eran las 16:00 horas del viernes 3 de abril. Jesús había muerto.

Para que el día de reposo no fuera profanado, los judíos solicitaron a los romanos, que Jesús fuera bajado de la cruz. Una vez en tierra, lo llevaron a un sepulcro que pertenecía a José de Arimatea, la única persona que le defendió en la Casa de Anás y Caifás, de todos los delitos que le imputaron y de la mentira y farsa que allí se estaba gestando.

A los tres días, Jesús ya no estaba. Pero eso es otra historia.

Jesús nació y vivió como cualquier otro ser humano, pero su muerte no fue de este mundo, y sólo alguien con una fe tan fuerte pudo soportar el castigo que le infligieron. Jesús era un hombre como cualquier otro hombre, pero su muerte lo acercó a Dios como ningún otro. Jesús amó como aman los seres humanos cuando no están impregnados de maldad, pero su muerte llevó la palabra «amar» más allá de nuestras fronteras. Jesús dejó de respirar y murió como muchos hombres lo hicieron, pero ninguno con la capacidad de perdón que él mantuvo hasta su muerte.

La figura de Jesús está muy por encima de la iglesia, la cual no representa en nada lo que él representó. Esto me hace creer que no era de este mundo en muchos aspectos, que su vida real es mucho más misteriosa y divina que las mentiras que inculca la iglesia, sin darse cuenta que el Jesús real, el que intentan ocultar a todos, se asemeja más a un Dios que el Jesús de los milagros y la resurreción.

Jesús no fue el Mesías profetizado, ni tampoco nació de una virgen, ni fue enseñado por Dios, ni hacía milagros… y la muerte a la que se enfrentó, jamás podría haber sido profetizada, ni enseñada a soportar, ni a hacer un milagro para aliviarla. Fue en ese preciso instante, cuando Jesús se convirtió en el Mesías, en Hijo de Dios y en Rey de Reyes. Si Jesús hubiera muerto de otra manera, la historia no sería la misma.

Gólgota, el Calvario y Muerte de Jesús (Episodio I)

Jesús medía entre 1,81 y 1,83 metros de altura, y tenía 99 cm de torso. En el momento de su muerte, al contrario de la creencia popular de que tenía 33 años, realmente tenía entre 37 a 40 años (error de cálculo de Dionisio, que ya expliqué anteriormente). El calvario de Jesús duró entre 12 y 13 horas.

Cuando Jesús se aparta de todos la noche antes de la crucifixión, para rezar a solas, empezó a sudar sangre. En Lucas 22:24 (hay que recordar que Lucas era médico), se dice: “Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra”. La palabra griega para «agonía», realmente significa «estar ocupado en un combate». Así que Jesús, se estaba preparando para soportar acontecimientos realmente crueles, que posiblemente le llevarían a la muerte.

Esta reacción de sudar sangre, es conocida como «hematohidrosis«, donde los vasos sanguíneos de la epidermis, se rompen y se mezclan con el sudor. Esto, ocurre cuando alguien está sometido a gran estrés psicológico y/o ansiedad, pero en un estado muy elevado de las mismas. La angustia mental que Jesús estaba soportando, llegó a tal extremo que su rostro quedó surcado por un sangriento sudor, como lo describe el médico Lucas, el único evangelista que registra el hecho. ¿Qué le pudo provocar a Jesús, un hombre tranquilo, pacífico, una reacción corporal de semejantes proporciones?.

La única respuesta válida a esta cuestión, es que Jesús, por algún motivo, supo el devenir que se le avecinaba, el desenlace que iba a suceder en cuestión de horas, con la llegada del nuevo día, y que se acercaban horas difíciles, donde iba a tener que soportar una gran presión y un severo castigo, fuera del alcance de resistencia para cualquier ser humano, fuera de los límites que un cuerpo puede llegar a soportar. ¿Era Jesús más que un ser humano?

Jesús pasó de 60 pulsaciones a 140, y su presión arterial, de 130 a 210. ¿Cómo sabemos que Jesús pasó a esos niveles hemodinámicos?. Porque está científicamente constatado, que una persona, para llegar a romper los vasos sanguíneos por estrés, esos son los baremos físicos que una persona muestra en el momento de sufrir dicha reacción. Así es como se sintió Jesús, estando a solas en Getsemaní. Sabía perfectamente el duro castigo que le iban a infligir, y aún así, no huyó ni se escondió, simplemente esperó que los acontecimientos que tenían que ocurrir, ocurrieran, seguramente porque era parte de su mensaje, y probablemente, la parte más importante de su mensaje.

Cuando Jesús fue arrestado esa misma noche por las fuerzas romanas, fue llevado a la Casa de Anás, el suegro del Sumo Sacerdote Caifás. Llevaban a Jesús maniatado, descalzos los pies, y conducido con una soga que sujetaba su cuello, como un animal. Eran las tres o cuatro de la madrugada de ese fatídico viernes. Empezaba el día donde todo iba a cambiar para los designios de la humanidad, para el nacimiento de una nueva religión, para el nacimiento de un Mesías reconocido, y para vivir uno de los momentos más convulsos, estudiados, analizados, y misteriosos de nuestra historia, el calvario de Jesús, conocido como la Pasión de Cristo.

En la Casa de Anás, Jesús se acogió al «Derecho de Gentes«, donde los testigos que acudieron a sus sermones, son quienes debían opinar sobre el contenido de los mismos, y no que fueran jueces quienes lo hicieran, únicamente motivados por referencias o rumores, sin haber estado ninguno de ellos en ninguno de sus sermones. Este derecho, también se solicitaba para:

  • La piedad filial
  • El derecho de legítima defensa
  • El respeto a la religión
  • El derecho de paz y de guerra

¿Por qué llevaron a Jesús, entrada la madrugada, a la casa del suegro de Caifás?. Obviamente, lo llevaron a la Casa de Anás para hacer tiempo, ya que las leyes especificaban claramente, que los enjuiciamientos de orden legal, por el procurador responsable, debían comenzar con la luz del día. Así que, ese «juicio» entre las dos o tres de la madrugada, jamás se iba a dar ni tendría validez legal.

Lo que realmente hicieron, fue juzgarle  en un ámbito privado, muy reducido y selecto de personalidades, mientras el organismo oficial que lo iba a someter a juicio al amanecer, estuviera preparado. Anás había convertido a su familia en una gran mafia de la que el propio Anás, era quien manejaba toda la red, extrapolándolo a los tiempos actuales, se podría decir que Anás era una especie de «Padrino».

Jesús_en_casa_de_Anás_Museo_del_Prado_José_de_Madrazo

Anás, aunque para los judíos era el Sumo Sacerdote, no ejercía el cargo, ya que lo delegó en su yerno Caifás. Anás era un hombre de creencias agnósticas, así que la figura de Jesús, no le debió de agradar, ya que era el Mesías, el «Rey de los Judíos». Anás miraba atentamente a Jesús, lo estudiaba, lo analizaba, sin mediar palabra, hasta que empezó a asestarle una serie de preguntas enlazadas sin tiempo a contestar: «¿Eres el Rey de los Judíos? ¿Qué es lo que predicas? ¿Quiénes son tus discípulos?.¿Cuál es tu verdadero propósito?», etc…

Fue justo en este instante, cuando Jesús se aferró al «Derecho de Gentes», respondiendo que él, todo lo que ha predicado, con quién lo ha hecho, lo que predica, absolutamente todo, se ha hecho a la luz del día y en público, en templos y sinagogas, sin esconderse, a la vista de todos, por lo que no entendía qué hacía siendo juzgado a esas horas de madrugada, entre las sombras, en privado, sin estar presente toda la gente que ha acudido a sus actos y pueden responder a las acusaciones.

Un enorme silencio se adueñó de la Casa de Anás, quien estaba acostumbrado a que los ajusticiados, respondieran sumisos, con miedo, implorando o rogando el perdón del Poder. Y Jesús, un hombre casi desnudo, ante los hombres más poderosos, con una sóla respuesta evidenció el supuesto conocimiento que de la leyes, poseían los allí presentes. Por este motivo, un guardia golpeó fuertemente a Jesús, rompiéndole el tabique nasal. este sería el primero de una larga lista de golpes que empezaría a sufrir en sus carnes Jesús. Era el comienzo del fin.

Jesús miró al guardia que le había golpeado, y le dijo: «“Si he hablado mal, dime en qué. Y si he hablado bien, ¿por qué me golpeas?». Anás, un ser déspota y autoritario, se encontró fuera de lugar al presenciar las reacciones de Jesús, y al ver que cada palabra suya y cada acción violenta contra Jesús, no surtía el efecto deseado, envió a Jesús ante Caifás, pero Caifás no tenía autoridad suficiente para ordenar pena de muerte a nadie, por tanto llevó a Jesús ante Poncio Pilato, gobernante romano en Judea, para que decidiera su suerte.

Mientras Jesús estaba delante de Caifás, éste dijo: «conviene que muera uno solo por el pueblo y no perezca toda la nación». Ante Caifás, Jesús sufrió nuevos daños físicos. Los soldados le cubrieron los ojos, le escupieron en la cara y le golpearon en su rostro de forma constante. (Mateo 26:67, 68; Marcos 14:65 y Lucas 22:63-65). En este «juicio» contra Jesús, estaba presente el amigo adinerado de éste, José de Arimatea, el único que intentó defender a Jesús de todas las acusaciones que se le vertían.

El sanedrín allí reunido, pedía la condena a muerte de Jesús, pero ellos no podían ajusticiarle y necesitaban a los romanos para llevar a cabo tal tarea, ya que las leyes romanas no permitían a los judíos matar a nadie. Por este motivo, llevaron a Jesús con premura a la fortaleza Antonia, donde residía el prefecto de Roma Poncio Pilato. En este punto, ya eran las 06:00 horas de la mañana del viernes 3 de abril.

La premura por ajusticiar a Jesús, venía precedida de que al día siguiente, era el Día de Pascua, y no se podía crucificar a nadie en esa fecha. Al igual que Caifás y Anás, Pilato le preguntó si era el Rey de los Judíos, a lo que Jesús dijo: «Mi reino no es de este mundo. Si fuera de este mundo, mis ministerios lucharían por mi, pero mi reino es la verdad».

Después de un rato de interrogatorio, Poncio Pilato no encontró algo realmente escabroso para condenarle a muerte, ni tampoco le consideró culpable de los cargos que se le imputaban, pero todos los judíos allí presentes, le empezaron a amenazar con acudir al Emperador Tiberio. Pilato, intentó dar una nueva oportunidad a Jesús al notar que se podrían producir graves incidentes si no se resolvía el juicio en contra de Jesús. Y las escrituras, lo que todos sabemos que ocurrió, porque así nos lo han contado, es que Pilato da a elegir a la muchedumbre, entre salvar a un ladrón llamado Barrabás o salvar a Jesús.

La mayoría de la gente allí congregada, eran sacerdotes y testigos comprados, para llegado el momento, dar falso testimonio contra Jesús. La costumbre de soltar a un prisionero en el Día de Pascua, tenía el propósito de ser un acto de gracia de parte de las autoridades romanas para con los judíos, puesto que fue la fecha que fueron sacados de la tierra de Egipto, por lo que liberar a un judío en esa fecha, era un acto de contrición hacia ellos.

¿Realmente tuvo lugar esta elección, salvar a un hombre acusado de ser un ladrón y de sedición, o salvar a Jesús? Algunos manuscritos sirios del Evangelio de San Mateo, y otros textos de uno de los Padres de la Iglesia (junto con San Agustín y Santo Tomás), llamado Orígenes, nombran a Barrabás como «Jesus Bar Abbas«. Siempre nos han presentado a Barrabás como un miembro de los Zelotes, una corriente judía que quería acabar con la ocupación romana por la fuerza, basándose en la mención de Marcos de que cometió diversos asesinatos en una insurrección. Sin embargo muchos historiadores sostienen que los zelotes, eran un movimiento político-nacionalista que surgió en Israel en el siglo I poco después de nacer Jesús, y fundado por Judas el Galileo. Es decir, Barrabás, no podía ser un zelote porque este movimiento aún no había surgido.

El nombre de Barrabás, está compuesto por «bar» (que significa «hijo de»), y «Abba» (que significa «Padre»). Jesús, cuando hablaba con Dios, le llamaba íntimamente «abba». Es decir, Barrabás, significa «el Hijo del Padre». ¿Qué nombre era este? ¿No es más lógico pensar, que Jesús sí fuera llamado «Barrabás» (Bar Abbá), porque era conocido como el «Hijo del Padre»? ¿No es posible, que Pilato, lo que realmente ofreció a la muchedumbre allí congregada, era que eligieran entre Jesús persona o Jesús divinidad? ¿No es más probable, que Pilato quisiera hacer entender a los allí reunidos, que si querían juzgar a Jesús como israelita o a Jesús como Mesías?

Hyam Maccoby, investigador y dramaturgo judío, especializado en el estudio de la tradición religiosa cristiana y judía, ha afirmado que Jesús era conocido como «bar-Abba», ya que siempre se dirigía a Dios como el Padre en sus oraciones. Así que es muy probable, que cuando los judíos clamaban ante Poncio Pilato para que liberase a Barrabás, lo que realmente estaban demandando era la liberación de Jesús. Nos encontramos ante otra nueva manipulación de las escrituras por parte de la iglesia cristiana, que modificaron y alteraron lo que ocurrió. Pero no sólo es Hyam Maccoby quien afirma este hecho, Benjamín Urrutia, un erudito estadounidense, experto en la Biblia, también se reafirma en lo dicho por Maccoby, asegurando que la elección entre los dos prisioneros es una ficción.

Varios exégetas (personas expertas en extraer significados de textos religiosos), convergen en afirmar que, la gente allí congregada, no comprendía el arameo («abba», es «padre» en arameo), por lo que no entendía muy bien algunas cosas que allí se decían, incluida la súplica del perdón, creyendo que «bar abbá (Barrabás), era otra persona diferente de Jesús, haciendo accidentalmente menos culpable a los romanos y más a los judíos. Así que no hubo nunca una petición de libertad para alguien llamado Barrabás, y que las escrituras así lo han mostrado,  como una alegoría para que quienes lean los evangelios, sean los que elijan entre Barrabás (Jesús como humano) o Jesús (quien procede del Padre).

Así que, vamos a analizar qué pasó realmente:

Jesús, a su llegada a la tierra de los judíos, trae un mensaje de paz, pero también de resistencia contra el Imperio Romano, contra la opresión que ejercen sobre su pueblo y sus gentes. Así que tenemos a un Jesús revolucionario. Esto provoca que muchos se levanten en armas contra el poder allí establecido.

Cuando Jesús es apresado en Getsemaní, y empieza la larga noche que le llevará por la Casa de Anás, Caifás y Poncio Pilato, el pueblo está levantado en armas, pero al hablar con Jesús, ven en su figura una persona que no es agresiva, incluso estando maniatado, siendo golpeado e insultado, mantiene la calma y sigue infundiendo con voz calmada un mensaje pacífico.

Esto desencaja a los altos cargos, que esperaban alguien violento, frustrado, rendido, que pidiera clemencia, que renegara de quién era, y así amansar a la población y hacer volver la paz a la calles, y por ende, traer la tranquilidad a la clase política y religiosa establecida.

El comportamiento de Jesús, no era el de una persona amenazante, ni representaba nada de lo que le acusaban, por lo que no encontraban indicios para efectuar lo que la muchedumbre pedía, la crucifixión, ya que éste era un castigo demasiado duro y desproporcionado para los cargos que se le podían imputar a Jesús. Pero la presión era tan fuerte, que Poncio Pilato se vio en la tesitura de encontrar un resquicio, algo en lo que poder justificar una decisión tan cruel.

La mujer de Poncio Pilato, le susurró a su marido que tuviera muchísimo cuidado con aquel hombre, ya que se trataba de una persona justa y había soñado con él esa misma noche, un sueño donde presentía que se iba a cometer una injusticia social con su persona, y estaba temerosa por las circunstancias. Un sueño premonitorio parecido, también le ocurrió a la esposa de Julio César, llamada Calpurnia, cuando le dijo que tuviera cuidado con los «Idus de Marzo«. La frase real que le dijo fue: “César, guárdate de los idus de marzo”. Calpurnia, había soñado esa misma noche que César sería asesinado, y trató de impedir que ese día César acudiera a la sesión senatorial, convocada para tratar la guerra contra los partos, hacia la que partía César al día siguiente.

Los «idus» eran días de buenos augurios que tenían lugar los días 15, de los meses de marzo, mayo, julio y octubre, además del decimotercer día del resto de los meses del año. Julio César no hizo caso a la advertencia y al sueño de su esposa, y ese día se dirigió al Senado. En el camino, se encontró con el adivino Espurina, que le había dicho que se guardara de los idus de marzo, a lo que el César contestó:

– ¡Ya han llegado los idus de marzo y sigo vivo!
– Sí, pero aún no han acabado. – contestó el adivino.

Antes de entrar en la Curia, se le acercó un senador y le dio un rollo de pergamino rogándole que lo leyera, ya que en ese pergamino figuraban los nombres de todos los conjurados para asesinarle, pero César no tuvo tiempo de leerlo y entró en el Senado con el rollo en la mano.

El Senado estaba convocado en los idus de marzo (15 de marzo del año 44 a.C.) El plan era que, mientras Trebonio entretenía a Marco Antonio (el lugarteniente más fiel del César), el senador Cimbro se acercaría al César con la excusa de implorarle el perdón para su hermano desterrado, arrojándose de rodillas a sus pies. El resto de los asesinos se acercarían para apoyar dicha petición. Todo empezó a ocurrir según el plan. Cimbro agarró la toga del César para inmovilizarle. En ese instante preciso, el Senador Casca, le asestó la primera puñalada por la espalda. César se giró y le clavó en el brazo el stilo (instrumento de escritura sobre papiro). El resto de asesinos se abalanzaron sobre César asestándole 23 puñaladas. César aún tuvo fuerzas para empujarles, y para pronunciar las palabras de incredulidad al ver a Bruto con un puñal en la mano, y dijo: “¿Tú también hijo mío?», César se tapó el rostro con la toga para evitar que sus asesinos vieran su cara en el momento de morir.

Entonces fue cuando preguntó si querían que se juzgara a Jesús como un revolucionario o a Jesús como Rey de los Judíos e Hijo del Padre. El Evangelio de Juan (18:40) dice: «Barrabás era un bandido». La palabra griega para «bandido», realmente significaba «combatiente de la resistencia». En Mateo y Lucas se puede leer, que «Barrabás había participado en un levantamiento, y había sido acusado además de asesinato». San Mateo, asegura que Barrabás, era un destacado combatiente de la resistencia, y era el probable líder de ese levantamiento.

Poncio Pilato necesitaba castigar, o bien al Jesús mesiánico, o bien al Jesús revolucionario, y dio a elegir a la gente cuál de las «dos personas» querían que se ajusticiara, y cuál de esas «dos personas» quedaría libre de cargos. De esta manera, Poncio Pilato se aseguraba que el pueblo elegiría por la opción donde el castigo de la crucifixión, pudiera ser un hecho, y así no verse implicado en un escándalo político y social, y que todo llegara a oídos del Emperador Tiberio,  aunque él supiera que era injusto.

Que en las escrituras nos muestren que, allí había dos personas, y que el pueblo judío eligiera la liberación de Barrabás, lo único que significa es que Barrabás, representaba la parte de Jesús revolucionaria, aquella que podía liberarles de la opresión romana en vida, aquí en la Tierra, en ese mismo instante y en ese lugar, por lo que dejaron a sus suerte a Jesús, el Hijo de Dios, porque éste sólo les prometía la paz en una vida tras la muerte, y eso no era lo que los judíos necesitaban. Así que se puede afirmar y asegurar, que Jesús y Barrabás eran la misma persona.

Curiosamente, nadie sabía quién era ese tal Barrabás, lo único que se dice en las escrituras, es que Barrabás cometió tres crímenes: 1.- homicidio 2.- sedición 3.- felonía. A Jesús, se le acusaba de alterar el orden social y pacífico, provocando altercados y asesinatos en su nombre (punto 1). Se le acusaba de alzarse contra el poder establecido (punto 2) y también se le acusaba de traición y deslealtad (punto 3). Así que Barrabás, era acusado de los mismos «crímenes» que se le acusaba a Jesús. Esta sería la parte que corresponde a las acusaciones al Jesús hombre. Por otro lado, estaban las acusaciones por decir que era el Hijo de Dios, el Rey de los Judíos y predicar y proclamar un nuevo Dios, muy diferente a los dioses romanos.

El sanedrín se quitó la responsabilidad ya que según las leyes romanas, podían emplear sus leyes siempre y cuando no alterasen las del Impero, así que no podían condenarlo a muerte. Así que lo llevaron ante Poncio Pilato, quien sabía que la acusación de que se creyera el Hijo de Dios le iba a ser insuficiente para juzgarlo y crucificarlo según las leyes romanas, así que sabía que debía buscar un motivo por lo que realmente le pudiese condenar, ya que la presión a la que estaba siendo sometido por las altas instancias de la sociedad era enorme.

Y las escrituras, y lo que siempre nos han contado, es que repentinamente, aparece la figura de un hombre acusado por homicidio, sedición y felonía, es decir, por matar romanos, por ser cabeza y líder de un movimiento revolucionario, que encabeza un movimiento contra el poder establecido, y resulta que nadie le conoce cuando lo presentan ante el público allí presente. ¿Cómo es esto posible? ¿Cómo no pueden reconocer a alguien que es un líder y ha acometido tales atrocidades contra el poder romano? Y más aún, ¿cómo es posible que su nombre signifique «Hijo del Padre», un nombre para nada común ni lógico en aquella época? Lo que nos cuentan no tiene ningún sentido.

¿No es más lógico pensar, y cuadra más con los hechos, que cuando la gente gritó al unísono: «No a este, sino a Barrabás», lo que estaban pidiendo era que se acusara a Jesús hijo del Padre, el Mesías, el Rey de los Judíos y no al Jesús que alteró el orden de las calles y por traición a Roma?.

Aquella muchedumbre, clamaba contra él como si fuera su mayor enemigo. Resulta incomprensible que se pidiera con tanto fervor la muerte de Jesús, a falta de tantas pruebas y con falsas acusaciones. La verdadera razón de su odio, podría residir en el odio natural que tenían los judíos contra todos los hombres de bondad perfecta, y les resultaba realmente molesto e hiriente, incluso que esa actitud escondía una falsedad. Los judíos piensan que la presencia del bien es un testigo silencioso en contra de su propio pecado. Ser demasiado «santo» es un gran crimen para los judíos, pues censura el pecado, que es una parte vital de la vida del hombre, y sin ello, desaparecía el anhelo de deshacerse de él.

Esto, unido a los sobornos que el rabino Simón repartió entre muchos asistentes, deparó el caldo de cultivo de lo que allí se pedía. Además de dinero, muchos fueron sobornados con grandes festejos y bienes tras la Pascua. Si hubo allí alguien que pensara de corazón que se estaba cometiendo una grave injusticia, se mantuvo en silencio. Este hecho, ha pasado a la historia como el exponente del pecado y como el comienzo de la persecución a los judíos, que ha llegado a nuestros días vigente.

Son muchos quienes me han preguntado sobre la persecución a los judíos, cuándo comenzó y por qué esta judeofobia existente durante más de dos milenios. Y la naturaleza del mismo, se empezó a gestar realmente aquí, en la petición de muerte a Jesús por parte de los judíos.

Los judíos allí congregados sobornaron y se dejaron sobornar para matar de forma cruel a Jesús. Tras la muerte de Jesús, el cristianismo se convirtió en una secta del Judaísmo muy perseguida. Muchas fueron las muertes que los judíos dieron a los seguidores del cristianismo, pero una fue especialmente conocida, la muerte de San Esteban.

El judaísmo inició una guerra contra la iglesia desde su nacimiento, sin motivo alguno. Los judíos abusaron cruelmente durante tres siglos de los cristianos, matando a espada a muchos de ellos, lanzando calumnias, falsos testimonios y falsedades contra ellos, provocando que muchos fueran apresados, encarcelados, torturados y perseguidos.

Los cristianos, acusaban a los judíos de matar a Jesús de forma injusta y cruel, de la misma forma que mataron a San Esteban, por medio de sobornos, falsos testigos y calumnias lanzadas contra él, que derivó en el asesinato a pedradas de San Esteban, cuando el único «pecado» de este hombre, fue predicar la palabra de Jesús. De esta manera, San Esteban se convirtió en el mártir por excelencia del cristianismo. Los primeros cristianos ejecutados, fueron a manos de judíos.

Los judíos persiguieron a los apóstoles y los discípulos más importantes del cristianismo. San Pablo, en su Epístola a los Tesalonicenses, afirma que «los judíos no son del agrado de Dios». Muchos cristianos fueron encarcelados y perseguidos por los saduceos. Los judíos, acusan a San Juan de ser el más antisemita de todos, y han pedido durante muchos años a las altas esferas del Vaticano, que la misa oficial cristiana sea recortada, terminando en la bendición, de esta manera, se suprimiría así la parte del Evangelio de San Juan.

El arma principal que utilizaban los judíos, era la calumnia. Lo que hacían era simple, acusaban a la persona que querían matar de «ir contra el pueblo» y hacerlo un enemigo público, para justificar su muerte. Y esto no ha cambiado en veinte siglos, ya que esto lo han seguido utilizando, como ha ocurrido con la Unión Soviética o con los palestinos.

Una religión tan ortodoxa como la judía, adoctrina a sus hijos y a sus miembros en unas enseñanzas muy estrictas, inculcándoles su historia, creencias muy concretas, sus métodos, su forma de pensar, de tratar a las demás religiones, etc… Y esto ha perdurado con el paso del tiempo, y todos aquellos judíos que permanecen en esencia con su religión de forma ciega, piensan de las religiones (ya no sólo del cristianismo) lo que se pensaba en tiempos remotos, y no olvidan sus mártires, ni sus héroes, sin parar a reflexionar si aquello que les enseñan es la verdad, o tiene lógica, o tiene sentido, simplemente siguen las directrices.

Y lo mismo ocurre con los cristianos ortodoxos, donde el Nuevo Testamento enseña a conocer el peligro para la humanidad que significa el judaísmo, cuya maldad traspasa los límites inimaginables. Los Papas y en los Concilios, se les llamaban «judíos pérfidos», y están convencidos que los judíos desean el exterminio de los cristianos, y para ello utilizarán las armas que les hicieron famosos, la calumnia y el soborno.

Por eso, la historia es una constante persecución contra los judíos, desde las Cruzadas, los Reyes Católicos, el holocausto nazi, hasta actualmente en Venezuela con el reciente fallecido Hugo Chávez o las muertes en la franja de Gaza, etc… Los judíos han sido expulsados de muchísimos países; Inglaterra, Francia, España, Alemania, Unión Soviética… Los soviéticos, utilizaban los pogromos para tal efecto. Los pogromos eran linchamientos públicos, espontáneos o premeditados, acompañados de la destrucción o el expolio de sus bienes (casas, negocios, centros religiosos…).

En los años 70 del siglo XIX, Austria y Alemania sufrieron una gran crisis económica, donde perdieron sus ahorros, de la que culparon a los banqueros judíos. No hay que olvidar que los judíos fueron quienes inventaron e instauraron la usura y el acopio de bienes. Los judíos prestaban dinero a cambio de intereses enormes, muy por encima de lo ético y lo justo, así como un ansia constante de recaudar cada vez más y más. Así que cuando muchos se arruinaron, los judíos ocuparon en Alemania y Austria cargos muy importantes, tanto en el funcionariado como en el sector privado. Tanto fue así, que tuvieron a un gran aliado en el Rey Eduardo VII de Inglaterra.

Esta forma de actuar y de hacerse con el control de ciertos países, fueron uno de los germenes que propició su persecución y exterminio en la II Guerra Mundial, a manos de un ferviente creyente católico como Adolf Hitler. Tanta era la devoción de Hitler por Jesús y la religión católica, que no paró de perseguir reliquias de primer orden, en busca del Santo Grial, de la inmortalidad, del Arca de la Alianza… Los judíos buscan constituirse como una nación desde tiempos remotos, con una base territorial en un Estado Judío Independiente, lo que conocemos como sionismo.

Seguramente, muchos comprenderán un poco más hechos y acontecimientos presentes y de dónde proceden. Pero que siga ocurriendo no es óbice para que se siga mirando hacia otro lado y aceptarlo. Esto no trata de si fueron los judíos los verdaderos culpables de la muerte de Jesús, si los cristianos y la iglesia católica han cometido auténticos genocidios, si en las guerras que se han perpetrado en nombre de la religión hubo vencedores y vencidos, una causa justa o no… Lo que hay que reflexionar, es que la religión ortodoxa, sea la que sea, debe erradicarse pero a través del conocimiento, la educación verdadera, la lógica, la razón, la historia… y no aferrarse en la venganza, porque cuando alguien está dispuesto a vengarse, la historia nos ha enseñado que debe ir cavando dos agujeros.

La religión es una constante justificación a aquello que no lo tiene, desde todos los ámbitos, desde cada una de las religiones existentes, y llevamos dos milenios sin verlo. Es posible que todo comenzara con la crucifixión de un hombre, pero ese hecho ha crucificado a toda la humanidad, muertes incontables, injustas, y todo por la estulticia del ser humano y de intentar sobreponer unas creencias a otras, unas religiones sobre otras.

Y las religiones se alimentan de venganzas, ¿cómo es posible que hechos ocurridos hace más de 2.000 años, aún se intenten vengar, o no se haya aprendido de aquello? Seguramente, porque en la esencia del ser humano, la venganza no se mide por la magnitud que  tuvo en el pasado, sino que la mide por la magnitud y la recompensa que cree obtendrá en el futuro.

La misteriosa vida de Jesús (Episodio III)

Han pasado más de 20 siglos desde su muerte. Han existido grandes líderes, grandes imperios, grandes gobernantes, pero ninguno de ellos ha conseguido el poder y la influencia que Jesús ha tenido en el mundo.

Si esto resulta esclarecedor de lo que representa la figura de Jesús, lo más misterioso, es que a su vez, es un personaje del que se conoce más bien poco sobre su vida. El Nuevo Testamento, no da en ningún momento, ninguna descripción de cómo era Jesús. Prácticamente, el 85% de la vida de Jesús no consta en el Nuevo Testamento. Esto significa, que aquellos que escribieron las escrituras, no pretendían hacer una especie de biografía de Jesús. Grandes historiadores como Flavio Josefo y Tácito, apenas hacen referencias a un «Cristo», así de soslayo. Para ser la persona más influyente de la historia, la información que tenemos sobre su vida es muy escasa.

Además de los evangelios canónicos que todos conocen (Juan, Mateo, Marcos y Lucas), existen varios evangelios gnósticos, no aceptados por la iglesia. Uno de esos evangelios, es conocido como «El Evangelio de las Enseñanzas Secretas de Jesús«, escrito por Tomás. Este evangelio, descubierto en Nag Hammadi, consta de 117 proverbios y cortos diálogos, donde se recogen las enseñanzas más significativas de Jesús, pero en ellos, tampoco se dice nada acerca del nacimiento, muerte y/o su resurrección.

Según el Evangelio de Tomás, la finalidad máxima de las enseñanzas de Jesús, era convertir a los demás en lo que se había convertido Jesús, por lo que el enfoque de Tomás, es muy diferente al enfoque que se nos ofrece de las escrituras canónicas. Los evangelios de Mateo y Lucas, sí dan referencias sobre la genealogía de Jesús, aunque no concuerdan sus datos. Por ejemplo, Mateo quería probar que Jesús descendía del Rey David, y enumera 42 personas en orden descendiente, desde Abraham hasta Jesús (Mateo 1:16). Lucas, por su parte, cuyo interés era mostrar la humanidad de Jesús, enumera 77 nombres en orden ascendente (Lucas 3:23).

La genealogía de Jesús comienza en Adán, y va hasta David. La genealogía de Mateo comienza en Abraham y va hasta David. Cuando las genealogías llegan a David, la de Mateo se divide en Salomón (por el lado de José), y la genealogía de Lucas se divide en Natán (lado de María). La de Mateo, comienza por Salomón, sigue por los reyes de Judá, y termina en José por Jacob. La de Lucas, toma a Natán (hijo de David), y concluye en Heli, que es representado como el padre de José.

Herodes el Grande era árabe, y estuvo en el cargo gracias a que los romanos se lo otorgaron. Herodes estaba casado con una princesa asmonea (de la Dinastía de los Asmoneos, los sucesores de los Macabeos). María Magdalena, era también una princesa asmonea. Es decir, tanto Jesús como María de Magdala, pertenecían a descendencias de familias reales judías, por lo que bien podrían haber ocupado el trono de Herodes el Grande. Según la historia, este hecho hizo que Herodes persiguiera y buscara la familia de la cual, nacería un hijo que le destronaría del trono de David, por lo que tuvieron que emigrar a Egipto, y así escapar de dicha persecución.

Pero nada se sabe sobre esa supuesta estancia de la familia de Jesús en tierras egipcias, no se sabe el tiempo que permanecieron allí, ni qué hicieron. El Nuevo Testamento, sólo dice que a su regreso, visitaron el Templo de Jerusalén. Y desde este dato histórico, ya no se vuelve a saber nada de su vida, hasta su aparición en el río Jordán, para que lo bautizara Juan, cuando Jesús tenía la edad de 30 años. ¿Es posible que realmente no se sepa nada de la mayor parte de la vida de Jesús, o por contra, se ha ocultado esa información por algún motivo que trascendería los cimientos del cristianismo? ¿Es posible que Jesús jamás estuviera en Egipto? ¿Y dónde estuvo entonces?.

Si nos atenemos a la lógica y la razón, una persona no emprendería un camino tan complicado, escabroso y de una responsabilidad tan grande, sin estar preparado para ello. Y cuando digo preparado, me refiero intelectualmente, espiritualmente, mentalmente. Así que, desde mi perspectiva, me es imposible aceptar que Jesús, hasta los 30 años de edad, cuando fue bautizado por su primo Juan, sólo estuvo aprendiendo las artes de carpintero de su padre, y repentinamente, se convirtió en el Mesías, con unos conocimientos tan amplios en política y religión, con un don de palabra excelso, y dispuesto a sufrir por unas creencias particulares.

Nicolás Notovitch, un famoso aristócrata ruso del siglo XIX, afirmó que durante esos años de la vida de Jesús que apenas nada se ha escrito, Jesús se unió a un grupo de viajantes comerciantes, y llegó hasta la India. Notovich, quien viajó hasta la India por temas arqueológicos, descubrió un manuscrito que describe la visita de Isha o Issa, un occidental que estudió en tiempos antiguos budismo en el Monasterio de Hemis, a quien identificó como Jesús de Nazaret. Este Monasterio, está ubicado a más de 3.000 metros sobre el nivel del mar, escondido entra las montañas en un paraje remoto.

fotoAleph / Exposicion de fotografias 'LADAKH'. El pequeño Tibet

Cuando Notovich se dirigía a Leh (capital de Ladak, en la frontera tibetana y localidad conocida como «la pequeña Tíbet»), oyó cómo un monje del monasterio, hablaba de un gran lama llamado Issa (que significa Jesús en tibetano). Esto llamó la atención de Notovich, quien se puso a investigar sobre ese dato, descubriendo una serie de pergaminos donde se habla de estos hechos.

Es muy probable, que Jesús, cuando viajaba con los comerciantes, lo hiciera a través de la Ruta de la Seda (esta ruta era una red de rutas comerciales, que unían Asia y Europa, e iban desde el Este de China, hasta Antioquía en Siria y Constantinopla, la actual Estambul).

ruta de la seda

Estos pergaminos estaban formados por 244 estrofas, y fueron escritos dos o tres años después de la crucifixión de Jesús. Fueron escritos de forma tan rápida (en comparación con los evangelios, que se escribieron entre los 60 y los 110 años después de la muerte de Jesús), por los testimonios de mercaderes y comerciantes de la ruta de la seda, que presenciaron los hechos acaecidos sobre la muerte de Jesús.

¿Qué contenían esos escritos que pueden perjudicar tanto la imagen y los cimientos de la iglesia?. Gran parte de su contenido, echa por tierra todas las ideologías en los que se sustenta el pensamiento ortodoxo e intransigente de muchas religiones, no sólo del cristianismo. El pergamino original está escrito en el idioma palí, y después se tradujo al tibetano. El Monasterio de Hemis conserva la traducción, mientras que el original permanece en la Biblioteca de Lassa (capital del Tíbet).

pergaminos originales

El pergamino describe que Issa (Jesús), cuando llegó a la edad de 13 años, edad en la que un israelita debe tomar esposa, la casa de sus padres empezó a ser frecuentada por personas ricas y nobles, deseosos de tener a Issa como yerno, ya que era famoso por sus discursos moralmente edificantes en el nombre del Todopoderoso. Entonces Issa, abandonó la casa de sus padres secretamente y partió de Jerusalén, con los comerciantes hacia el Tíbet, con el objetivo de perfeccionarse en la Palabra Divina y poder estudiar las leyes de los grandes Budas.

Se narra que cuando cumplió 14 años, Jesús se estableció en Aryas, cerca del Sindh, una de las provincias de Pakistán, el hogar de una de las civilizaciones más antiguas del mundo, la del Valle del Indo (siendo Mohenjo-Daro la mayor ciudad de esa zona). Mohenjo-Daro, es famoso por unos textos del libro sagrado hindú llamado «Mahabharata«, donde se narra una guerra de proporciones épicas, impropias para la época, ya que lo narrado, se asemeja mucho más a una Guerra Nuclear. En el Mahabharata o “guerra de los bharatas”, se describen las luchas de dos familias reales (los Pandavas y los Koravas), ambos clanes antepasados comunes del Rey Bharata, el primero en conquistar toda la India, uniéndola en una sola entidad.

El texto dice: «se produjo una inmensa columna de humo y llamas deslumbrantes. Tan brillantes como 10.000 soles en todo su esplendor. Era un arma desconocida, un trueno de hierro, un gigantesco mensajero de la muerte, que redujo a cenizas a la totalidad de la raza enemiga. Los cuerpos quedaron irreconocibles, sus cabellos y uñas se caían, la loza se rompía espontáneamente y las aves vieron decolorados su plumaje. El sol pareció temblar, y el universo se cubrió de calor. Las aguas hirvieron, los animales comenzaron a perecer y los guerreros hostiles cayeron derribados como briznas. Grandes proporciones de vegetación quedaron desiertos, y hasta el metal de las carrozas se fundió ante esta arma». Parece evidente, que esta narración está describiendo un arma nuclear, la cual no existía en aquellos tiempos. Algo muy parecido a lo que ocurrió en las ciudades de Sodoma y Gomorra.

A mediados del siglo XX, en las ruinas de Mohenjo-Daro, unos científicos descubrieron varios esqueletos que parecían quemados. Tras analizarlos, se dataron entre 8.000 a 12.000 años. Pero lo más inexplicable, era que esos esqueletos tenían radiactividad. El nivel de radiación de los esqueletos era 50 veces mayor que los baremos normales. Las pruebas se repitieron varias veces, pero los resultados mostraban siempre los mismos resultados, no había ningún tipo de error, así que la conclusión final, es que allí tuvo lugar un holocausto nuclear, tal y como se relatan en los textos sagrados de la India. ¿Qué fue lo que ocurrió en esta localidad?.

La localidad donde se estableció Jesús con 14 años (Aryas), era también el nombre propio que se daban a sí mismas las tribus iranias (y también las indoarias, del Indo), que ha derivado en persa moderno a Irán, el país de los arios. De estas tradiciones y lenguaje hindú, y del sánscrito, fue de donde Adolf Hitler extrajo gran parte de su simbolismo (como la esvástica), y el objetivo de conseguir una raza pura, llamada «raza aria».

Los pergaminos de Hemis, también hablan que Jesús, cruzó el país de los cinco ríos y el Rajputana (región del noroeste de la India, que comprende actualmente el Estado de Rayastán). El país de los cinco ríos, hace referencia al Panyab o Punyab, una región pakistaní, y los ríos cinco ríos son: Beas, Ravi, Jhelum, Sutlesh y Chenab.

cinco rios

De Panyab, Jesús viajó hasta el país de Orissa, un Estado situado en la costa Este, en la Bahía de Bengala. La capital, Bhubaneshwara, llegó a tener más de 1.000 templos hinduistas, de los que se conservan sólo unos 300. Allí, Jesús aprendió los Vedas, que son textos escritos en sánscrito, y que no fueron escritos por simples mortales, ellos dicen literalmente «no de la acción humana» fue revelado directamente, por lo que se llaman «sruti» (lo que se escucha), para distinguirlos de otros textos religiosos, que se llaman «smrti» (lo que se recuerda). En esta localidad, está enterrado Vyasa-Krishna, figura central del hinduismo, considerado como el escriba de los Vedas y de los textos complementarios. Le enseñaron a leer y a entender los Vedas, a curar con la ayuda de la oración, a enseñar y explicar las santas escrituras a los demás, a expulsar los malos espíritus del cuerpo de los hombres, a restaurar la salud.

Nos narra cómo Jesús permaneció seis años viajando por diferentes ciudades de la India; Rajagriha, Benares, hasta que se asentó durante un tiempo con los Sudrás y los Vaisyas, ambas tribus, estirpes de las clases más bajas de las castas que conformaban la sociedad hinduista. ¿Por qué Jesús, después de residir en los mejores templos, junto a los más altos eruditos de la India, termina asentado con las tribus más bajas?. Según los manuscritos, los Kshatriya, la élite gobernante del sistema védico hindú-social, le dijeron que estaba prohibido por el gran Brahma, estar cerca de aquellos a quienes Él había creado a su lado y a sus pies.

Los Vaisyas, debido a su baja casta social, sólo tenían permitido escuchar la lectura de los Vedas en días festivos, y los Sudrás, tenían prohibida su lectura e incluso contemplarlos, ya que su cometido era servir a perpetuidad como esclavos a los Brahmanes, e incluso a los Vaisyas. Es decir, si los Vaisyas ocupaban una escala social muy baja, los Sudrás tenían una consideración aún más ínfima. Y esto, Jesús no lo aceptó ni aprobó, empezando a predicar contra los Brahmanes.

Jesús reprendió contra los actos de aquellos que abrogaban el poder para privar a los demás de sus derechos humanos, afirmando: «Para Dios, las obras del Padre no hacen ninguna referencia entre sus hijos, porque todos son igualmente estimados por Él». Jesús negó el origen divino de los Vedas y los Puranas (escritos hindúes sobre genealogías, tradiciones, religión, mitos y leyendas), que no debían temer a Dios, sólo doblar la rodilla ante Él. Jesús también negó el Trimurti (término sánscrito que hace referencia a los tres dioses principales de la mitología hindú: Shivá, Brahma y Vishnu), incluso negó la encarnación de Para-Brahma en Vishnu, Shiva o cualquier otro dios.

En ese instante, según el manuscrito, Jesús dijo: «El Juez eterno, el Espíritu eterno, abarca la única e indivisible alma del universo que sólo él crea, contiene y vivifica todo. Él solo, ha legado y creado, ha existido toda la eternidad, y su existencia no tendrá fin. Él no tiene ningún igual en los cielos o en la tierra. El Gran Creador, no ha compartido su poder con ningún ser viviente, todavía menos con los objetos inanimados. Él es el principio de la existencia misteriosa del hombre en quien él ha insuflado una parte de su Ser».

Estas palabras de Jesús, y sus actos anteriores son reveladores de su pensamiento, y de lo que nos dice la iglesia. Aquí puede residir uno de los motivos más evidentes, de que la vida de Jesús, apenas se divulgue o se conozca, ya que de sus palabras, emana un pensamiento contradictorio con todo aquello que la iglesia quiere que pensemos de lo que representa su figura y su mensaje. Jesús, recriminó a aquellos que ostentaban el poder y la sabiduría, que despojaran del derecho a ilustrarse a los de clase social más baja, les recriminó vetar la palabra de Dios a determinadas personas por su condición social, quienes seguramente, eran los más necesitados de escucharla.

Jesús negó a los tres dioses hindúes, afirmando que sólo existía un único dios verdadero, también negó la encarnación como fin último, afirmando que el venerado Para-Brahma, fuera encarnado en un dios. ¿No es esto, lo que las escrituras canónicas, la Biblia, insta a que creamos? ¿Cómo puede ser que Jesús, dijera todo lo contrario, que no creyera en la Trinidad ni en la reencarnación? ¿No es este un motivo de peso para ocultar dicha información, conseguir que permanezca oculta, y que podría hacer temblar los cimientos de la iglesia?.

El enfado de Jesús con los poderes religiosos, era tan manifiesto, que dijo: «Aquellos que privan a sus hermanos de la felicidad divina, se les privará de ella a ellos. Los Brahmanes y los Kshatriyas, se convertirán en Sudrás, y los Sudrás morarán eternamente con el Eterno. No hagan culto de los ídolos, porque ellos no lo oyen. No escuchen los Vedas, porque su verdad es falsa. Nunca se pongan en el primer lugar y nunca humillen a su vecino. Ayuden a los pobres, apoyen al débil, no hagan mal alguno, y no codicien aquello que no poseen ni os pertenece».

Aquí ya aparecen muchos de los mensajes por los que Jesús fue conocido, incluso algunos mandamientos como el décimo: «No codiciarás los bienes ajenos», o los pilares de sus «Bienaventuranzas». El islam, se opone drásticamente a la idolatría, y una de las confrontaciones que mantiene con el cristianismo, es la adulación a los ídolos. Aquí, Jesús expresa su recelo a la adoración de ídolos, otra nueva contradicción de todo lo que la iglesia mantiene como verdadero.

Siendo consciente Jesús de las represalias que iban a  tomar contra él, se marchó a la tierra donde nació Siddharta Gautama, más conocido como Buda. Seis años más tarde, y tras haberse instruido en el idioma Palí, y en las sagradas escrituras de los Sutras (discursos dados por Buda, donde se exponen enseñanzas y preceptos relativos a las diferentes vías de conocimiento para alcanzar la “iluminación” o realización espiritual completa del ser humano), Jesús abandonó Nepal. Por el camino ya empezó a predicar cómo alcanzar la perfección suprema del hombre.

En los manuscritos, se dice que Jesús tenía la edad de 29 años cuando regresó a Israel. Desde la marcha de Jesús, los paganos habían infligido gran sufrimiento a los israelitas, que eran presa de un gran desaliento y desesperación. Los primeros judíos que escucharon a Jesús, le preguntaron dónde debían ir para alabar al Padre Celestial, y Jesús les dijo, que no deben erigir ningún monumento para tal efecto, sino que su corazón era el mismo templo que debían iluminar. La palabra de Jesús, empezó a infundir valor en los corazones de los afligidos judíos, por lo que le empezaron a seguir en masa.

Vasco de Gama, en el siglo XV, llegó a las costas de la India. El Papa Inocencio VIII, había dividido el mundo entre los españoles y los portugueses. La parte más occidental (América), era del Imperio Español, y la parte más oriental (India), de los portugueses. Este contacto de los portugueses con la India a finales del siglo XV, fue el primero tras largos siglos, cuando Tomás lo hizo hace 1.500 años antes. Con su llegada, se destruyeron 601 templos en 131 aldeas. Vasco de Gama, aniquiló a gran parte de los hombres a su llegada a Calicut, mutilando a muchos de ellos, incluidos Brahmanes y Zamorínes.

Las importantes rutas comerciales de la seda y de las especias (por las que Jesús transitó y viajó), fueron bloqueadas por el Imperio Otomano en el año 1.453 d.C., lo que motivó la búsqueda de un camino alternativo desde Europa hacia Oriente, lo que se conoce como la Ruta del Cabo. En este mapa, se puede observar en rojo lo que era la famosa ruta de la seda, y en azul la ruta del cabo.

ruta del cabo

Los frailes franciscanos, destruyeron en los años siguientes más de 300 templos, y los jesuitas, más de 250 en Salsete (actualmente la zona de Bombay). Escritos de la época, atestiguan la forma de proceder de estos frailes. Cuando llegaban a una nueva aldea, bautizaban a toda la comunidad, y después procedían a destruir sus templos paganos y falsos dioses. La iglesia católica, prohibió a los hindúes la lectura y el uso de sus Sagradas Escrituras, y quien no lo cumpliera, se veía expuesto a duras penas, incluida la muerte. Estaba terminantemente prohibido, que cualquier hindú ejerciese el uso de su religión.

Actualmente, aunque ya no se realizan este tipo de actos tan crueles, sin ningún sentido y totalmente amorales, aún permanece la mentalidad inquisidora de aquellos tiempos, donde cada religión intenta perpetuarse en el tiempo, ganar adeptos e intentar hacer ver a sus fieles, que su religión es la auténtica, que sus creencias son las correctas, y que las demás están equivocadas.

Todo lo que actualmente se cree cierto, válido, y es la historia que nos han inculcado, las escrituras que son las aceptadas, absolutamente todo, proviene del Concilio de Nicea, que tuvo lugar en el año 325 d.C. Fue aquí, donde se asentaron las bases de quién era Jesús, cuál era su mensaje, y por supuesto, que la iglesia era la Santa Sede heredera de todo ello, cuando en los manuscritos de Hemis, se observa que fue el mismísimo Jesús, quien afirmó que no hacía falta ni era necesario levantar templos para orar ni para creer un su dios. Y también fue el mismísimo Jesús, quien afirmó que no había que rendir culto a los símbolos. ¿Cuántos símbolos tiene la iglesia católica?. La santa cruz, la síndone, el cáliz, la hostia, cientos de imágenes de vírgenes y santos, el agua bendita, el rosario, etc…

En el Concilio de Nicea, de todos los que acudieron a ella (318 personalidades), realmente hubo 5 personajes que fueron fundamentales:

1- Emperador Constantino I, quien convocó dicho concilio y conocido por ser quien legalizó el cristianismo.
2- Arrio, un predicador de origen libio, y sacerdote de Alejandría, afirmaba que Jesús, aunque es un ser divino, era una creación del Padre, y de diferente naturaleza. Desde el punto de vista de Arrio, considerar a Jesús como Dios significaría caer en el politeísmo de los paganos. Pensamiento muy en contra de los obispos ortodoxos.
3- Osio de Córdoba, Obispo de Córdoba, consejero del Emperador y la persona que presidió el concilio.
4- Atanasio de Alejandría, principal luchador contra Arrio.
5- Eusebio de Cesarea: Obispo de Cesarea (Palestina), y seguidor de Arrio. Es la persona que se encargó de recopilar toda la información disponible, desde la época de los apóstoles hasta la fecha del Concilio.

Los seguidores de la visión de Arrio, eran llamados Arrieros, y la doctrina que profesaban se denominaba Arrianismo. Arrio fue expulsado del Concilio de Nicea, por ir en contra, o por no seguir los dictados de la mayoría. De este acontecimiento, proviene la frase: «Arrieros somos, y nos encontraremos en el camino». Todos los seguidores del arrianismo, fueron catalogados como herejes. La presión que tuvieron que soportar las personas que creían en la visión de Arrio fue tal, que muchos, para no tener problemas mayores, ni verse expulsados o condenados, se apartaron de ello, llegando sólo a quedar 2 personas que aún seguían fieles al arrianismo, que fueron Eusebio de Nicomedia y Teognio de Nicea, quienes no aceptaron la imposición del Credo Niceno.

En ese Credo Niceno, se asientan las bases de los contenidos de la fe cristiana, resumiendo los principios básicos de la fe ortodoxa. Este Credo reza:

«Creemos en un Dios Padre Todopoderoso, hacedor de todas las cosas visibles e invisibles. Y en un Señor Jesucristo, el Hijo de Dios; engendrado como el Unigénito del Padre, es decir, de la substancia del Padre, Dios de Dios; luz de luz; Dios verdadero de Dios verdadero; engendrado, no hecho; consubstancial al Padre; mediante el cual todas las cosas fueron hechas, tanto las que están en los cielos como las que están en la tierra; quien para nosotros los humanos y para nuestra salvación descendió y se hizo carne, se hizo humano, y sufrió, y resucitó al tercer día, y vendrá a juzgar a los vivos y los muertos».

Si analizamos el Credo, vemos como se hace hincapié en la consubtancialidad de Jesús y el Padre, que son indivisibles, son uno. Y esto, es una manipulación total de quién era Jesús y de su mensaje, porque fue Él, quien afirmaba no ser hijo de Dios, porque Dios es único e insustituible. Estamos ante la manipulación por excelencia de la creación de la iglesia, quienes a través de presiones, falsas acusaciones, amenazas de exilio, de muerte, manipularon a los allí congregados para que votaran a favor de una mentira, y así hacer de la iglesia el único heredero legítimo de la religión y las creencias que predicaba Jesús, y así enriquecerse como lo ha hecho hasta nuestros días.

Por este motivo, la iglesia ha perseguido siempre a aquellos que podían poner en peligro su hegemonía, a aquellos que podían esclarecer la verdad, como los templarios, rosacruces, masones… y se ha visto envuelta en sucesivas guerras y guerrillas, adoctrinando a la fuerza allí donde conquistaban, eliminando todo rastro que pudiera poner en entredicho la fe que profesaban y todas las tierras que les pertenecen por Gracia y Obra de Dios.

Cada uno de vosotros, que está leyendo ahora esto, intentad viajar a la época de la que estamos hablando. Imagina por un instante, que eres un seguidor de Arrio, a favor de su punto de vista sobre Jesús, pero formas parte de una minoría. Y la mayoría, que son quienes más poder tienen en esa sociedad (desde el Emperador hasta Obispos de las ciudades más importantes), te fuerzan, te presionan y te obligan a cambiar radicalmente tu postura, y si no lo haces, serás desterrado, o bien irás a la hoguera por hereje, o tu familia también correrá la misma suerte, o te despojarán de todos tus bienes, o te encerrarán de por vida en las peores condiciones imaginables. Obviamente, son la mayoría quienes cambiarían su postura, y aún así, además de Arrio, dos personas más no la cambiaron, y se mantuvieron firmes a lo que era la verdad.

Y la iglesia, se inventó que nacemos con el pecado. ¿Cómo es posible, que un recién nacido, que no entiende de rencor, odios, envidias, traiciones… nazca pecadora?. Simplemente, porque a la iglesia le interesa adherirte a su círculo desde que naces, y no lo abandones jamás, sólo cuando falleces. Y en la larga travesía de la vida, la iglesia te irá guiando y aconsejando todo lo que debes hacer para permanecer limpio de los pecados originales, y entre esos deberes y responsabilidades, están por supuesto, donar tu dinero, tus bienes, tu tiempo, divulgar su fe, dar la vida por ello…

La palabra pecado, proviene del griego «hamartia» (que significa «errar en el blanco»). No existe ningún término para esta palabra, que signifique «culpa» o todas las demás acepciones que la iglesia hace de ella. Es decir, «pecar», era fallar al tirar a la diana, por lo que la próxima vez, deberías intentar acercarte más a tu objetivo. En cambio, la Biblia defiende el pecado como el alejamiento del hombre de la voluntad de Dios.

En el mensaje de Jesús, se puede apreciar la gran influencia que tuvo las enseñanzas que recibió en la India, ya que muchos de esos mensajes, ya los dijo Buda mucho tiempo atrás. La parábola de «poner la otra mejilla», la parábola de «tratar al prójimo como a ti mismo», la parábola «quien esté libre de pecado», etc… En el hinduismo, Khrisna dice que él, es la letra «A», el principio y el fin, mientras que Jesús dijo: «yo soy el alfa y la omega, el principio y el fin».

Tanto Buda como Jesús, empezaron a predicar a la edad de 30 años, ambos tuvieron 12 discípulos, los dos tenían un discípulo que les traicionó, así como un discípulo predilecto, etc. Son muchas las «casualidades» y los paralelismos existentes, como para no creer en los manuscritos de Hemis, que corroboran que Jesús permaneció largo tiempo en la India, aprendiendo de sus sagradas escrituras, y se viera fuertemente influenciado por ellas.

Albert J. Edmunds, gran conocedor de la historia hindú, sus dioses y su mensaje, ha encontrado 112 paralelismos irrefutables, entre las enseñanzas de Buda y las del cristianismo. Son demasiadas coincidencias para tomarlas sólo como eso, simples casualidades. Uno de mis proverbios dice: «Cuando todo apunta a una misma causa, la casualidad jamás puede ser una explicación». (Jorge Palazón 14/09/2012).

El Evangelio de Juan, dice: «En el principio, existía la palabra, y la palabra estaba junto a Dios, y la palabra era Dios». Pues bien, los Vedas dicen: «En el principio, existía Brahma, y con Él estaba la palabra, y la palabra era Brahma». Esta cita está copiada literalmente de las enseñanzas hindúes. Y como ésta, existen decenas más. ¿Cómo es posible que en el Nuevo Testamento, no se hable nada de la infancia de Jesús, ni de su pasado, nada sobre su biografía, y en cambio esas gentes, esos discípulos tan humildes que jamás habían salido de su tierra, escribieran y conocieran las enseñanzas hindúes de forma tan perfecta?. Sólo existe una explicación posible, y era que Jesús, sí estuvo en aquellas tierras durante largos años, y cuando regresó a Israel, gran parte de su mensaje estaba influenciado por las enseñanzas que allí aprendió.

El mensaje principal de Jesús, no era que te adherieras a una creencia determinada, ni crear una nueva religión, ni enriquecerse con ella como se ha hecho, sino que cada uno de nosotros, lograra una gran transformación interior. Sea lo que sea lo que hemos venido a hacer a este mundo, nuestra finalidad es convertirnos en alguien realmente merecedor de la vida, y para ello, debemos aprender a no caer en todo aquello que son trabas para lograrlo.

Así que, Jesús permaneció largo tiempo en la India, llegando allí por la ruta de la seda con los comerciantes y mercaderes. Una vez allí, visitó gran número de emplazamientos y lugares donde residía la sabiduría hindú, de las enseñanzas de dioses muy anteriores a su época. Poco a poco, se fue instruyendo en todos los campos intelectuales. Una vez su personalidad y su visión de las religiones se asentaron en él, empezó a predicar y divulgar, unas enseñanzas muy alejadas de todo lo que nos dice la iglesia.

La Biblia, nos presenta un Dios vengativo, lleno de ira, cruel, que te castiga sin impunidad si no sigues sus designios, y que te juzgará de la manera más cruenta si no has hecho todo lo que Él te ha encomendado. Y Jesús, según la iglesia, es el Hijo de ese Dios, quien en su mensaje, te dice y resalta aquello que debes hacer, cómo debes comportarte si no quieres yacer en el infierno el resto de la infinidad del tiempo.

Pero Jesús, no enseñó nada de eso, no obligaba a nadie a convertirse a una religión determinada, ni te juzgaba, ni incidía en tus pecados, ni manifestaba su controversia y su ira si no hacías ni predicabas lo que él expresaba. Todo esto es un invento eclesiástico, para atemorizar a las gentes, porque la ignorancia y el miedo, infundir terror a aquellos que no eran ilustrados (que eran la amplia mayoría en aquella época y en los siglos posteriores), era bastante sencillo, y daba excelentes resultados.

Y como había que dar pruebas de que Jesús era el Mesías de las profecías, tergiversaron la historia, los hechos, las escrituras, adecuándolas para que todo estuviera relacionado, por lo menos intentar que todo cuadrara lo máximo posible. Y al ver que el cristianismo crecía de forma exponencial, que se estaba convirtiendo en una religión de masas, el Emperador Constantino se convierte a esta religión, para afianzar así aún más su poder, y convoca el Concilio de Nicea para dejar «claros», los puntos primordiales de quién era realmente Jesús.

Y de esa reunión, con las más altas personalidades, donde todo eran intereses, corrupción, presiones, amenazas… se sale con un Credo que define de forma breve y concisa, la figura de Jesús, y su vínculo con la iglesia, que se convierte en el símbolo y la Santa Sede del cristianismo. Y con el transcurso del tiempo, la iglesia se topó con muchas personas como Arrio, dispuestas a mantenerse firme con la verdad, a proteger aquellas escrituras y pruebas que reflejan quién era realmente Jesús y el fin último de su mensaje, su verdadera historia, que contradice aquello que la iglesia quiere que no sepas, y que ha intentado ocultar a lo largo de los siglos.

Por este motivo, se han producido genocidios allí donde los emisarios del clero han acudido, en tierras americanas, en la India, en el Medio Oriente. La Inquisición, las Cruzadas, la complicidad del Papado, persecuciones a los Templarios, Rosacruces, intelectuales, destrucción de Templos… han intentado acabar con muchas de esas pruebas, acallar esas voces que son portadoras de lo que realmente ocurrió, y que demuestran que Jesús no era quien ellos dicen que es, que su vida y obra difiere mucho de lo que Jesús hizo, y seguramente, se acerca el día que se desvele ese misterio, y la Sede más poderosa que existe, vea como sus pilares, los cimientos de la mentira, se tambalean anunciando su destrucción.

A partir de que Jesús regresara a su patria, es cuando comienza todo lo que sabemos de Jesús, lo que cuentan en el Nuevo Testamento hasta su muerte. Si la vida de Jesús hasta ese instante, es un misterio para la mayoría, la muerte es realmente otro misterio igual o aún más grande, que hace de Jesús ser la persona más influyente de la historia, el más conocido y el más estudiado.

Si la mayoría de los creyentes al cristianismo, conocieran realmente la vida y obra de Jesús, el verdadero mensaje, deberían alejarse de la iglesia y ser fieles sólo a su persona, porque Jesús no tiene cabida en la iglesia, porque Jesús es mucho más grande que el Imperio que la iglesia ha construido a su alrededor, de los actos repudiables que han cometido (y siguen cometiendo), y porque las personas, merecen saber quién fue realmente Jesús, porque Jesús fue un ser humano que hizo pequeños a los dioses, porque su condena a morir lo ha hecho eterno e inmortal, y porque Él no era Hijo de ningún dios como afirmó, sino que se convirtió en un dios en espíritu.

Jesús nos quiso enseñar que todo reside en nuestro corazón, que es donde reside el auténtico Dios, porque en cierta medida, todos somos nuestros propios dioses, y Jesús predicó la forma que te acercaras más a ese Dios interno, y poder convertirte en la persona que Él se había convertido. y alcanzar ese estado, y la iglesia nos ha enseñado todo lo contrario de lo que Jesús realmente enseñaba. Jesús quería que fueras merecedor de la vida, que te conocieras a ti mismo a la perfección, que pulieras tus defectos y que tuvieras una vida lo más plena posible, acorde con la persona que eres. Ese es su verdadero mensaje.