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En Busca de la Atlántida (Episodio II)

«Han transcurrido 9.000 años desde que estalló la guerra, según se dice, entre los pueblos que habitaban más allá de las Columnas de Hércules y los que habitaban el interior de las mismas…». Este párrafo del Critias de Platón, refleja un dato inquietante. Nueve mil años antes de Platón, sería irnos hasta el año 10.000 a.C. Los astrónomos, estudiando la posición de los astros hace miles de años, llegaron a la conclusión, que la fecha cuando se  erigieron las pirámides de Egipto fue en esa época, muchos miles de años antes de lo que nos dicen. ¿Casualidad? No.

¿Por qué los astrónomos toman esta fecha como la correcta respecto a Egipto y sus pirámides?. La situación geográfica de las pirámides no son nada casual. Si las pirámides son un reflejo del cielo en la Tierra, ¿dónde estaba situada la Vía Láctea en el año 10.000 a.C.?. La astronomía demuestra, una vez más, que los egiptólogos y arqueólogos están equivocados. El río Nilo es para los egipcios, en la Tierra, el espejo de la Vía Láctea. La Vía Láctea no coincide en esos años con la representación de los cielos, pero si retrocedemos en el tiempo, el firmamento va cambiando, y al parar el cielo para que coincida exactamente con la posición de Orión y la Vía Láctea con las pirámides y el Nilo, la fecha que marca es realmente sorprendente… año 10.000/10.500 a.C. La precisión no deja lugar a dudas. Todo lo que hemos leído, aquello que nos dicen los libros de texto, es erróneo.

Hubo una reina egipcia llamada Hatshepsut, que envió una expedición compuesta de cinco navíos, que partieron en torno al año 1.480 a.C., desde el Mar Rojo, y tardaron tres años en regresar. En el Templo Deir el-Bahari, se encuentran relieves que narran esta aventura.

Cuando esta expedición llegó a su destino, los habitantes de ese lugar, que los egipcios llamaban «Punt«, preguntaron: «¿Cómo habéis llegado a este país desconocido para los hombres. Habéis venido volando o habéis navegado por el Gran Océano del País de los Dioses?.” ¿Qué expedición tardaría más de tres años en regresar, si no es de un destino lejano?. Y sobre todo, ¿cómo es posible que en aquella época, se pudieran hacer viajes transoceánicos?.

La explicación más plausible y científica, hace referencia a las corrientes marinas, que son como ríos dentro del mar. En el año 1.969, el explorador y biólogo marino noruego Thor Heyerdahl, demostró la posibilidad de llegar a América desde África utilizando una balsa construida por él, con troncos, plantas y materiales naturales disponibles en aquella época y zona geográfica, y viajó aprovechando estas corrientes marinas. Esta expedición se llamaba Kon-Tiki. Heyerdahl hizo su embarcación siguiendo el modelo egipcio, con el fin de demostrar que los egipcios y los fenicios, pudieron llegar a América. Para alimentarse, se proveían de lo que el océano les brindaba. Este es el recorrido que los egipcios hicieron para llegar a las costas americanas.

La tierra de Punt, se sitúa en Sudamérica, en la región de Puno, en los bordes del Lago Titicaca (Perú). En esta zona, se extrae anualmente el 70% de la producción de oro peruano, así como antimonio, mercurio, zinc, estaño y cobalto (recordar que como decía Zecharia Sitchin, los Annunaki, los dioses que vinieron de los cielos, crearon mediante modificaciones genéticas un ser, un «homo», que les sirviera como mano de obra para extraer minerales, sobre todo oro). El primer viaje a Punt (que se tenga referencia), lo organizó el faraón Sahure, en el año 2.550 a.C. La expedición trajo de América incienso, mirra, oro y plata, entre lo más destacado. Por las pruebas extraídas en diferentes momias, también trajeron plantas (como la coca y el tabaco), ya que se han encontrado restos de estas sustancias en decenas de momias, y estas plantas no llegaron supuestamente a Europa y África hasta después del descubrimiento de América en 1.492.

En 1.976, el profesor y doctor en análisis informático, que participó en los programas de la NASA para el lanzamiento de las sondas  «Pioneer» sobre Júpiter y Saturno (1.973-1.975), Albert Slosman, publicó un libro titulado «El gran cataclismo», donde con gran detalle narra un acontecimiento ocurrido hace 12.500 años, concretamente el hundimiento de la Atlántida.

Slosman aseguraba que el origen de la civilización egipcia no había tenido lugar a orillas del Nilo, por consiguiente, el monoteismo tampoco, sino que los ancestros de los primeros faraones procedían de otra parte, con toda probabilidad del Atlántico, es decir, de Occidente. Slosman advirtió que en Marruecos, los nombres de determinados lugares eran extrañamente parecidos a los usados en los textos jeroglíficos que componían el Libro de los Muertos, como el «Duat» y «Ta Mana» entre otros. Los supervivientes escaparon en todas direcciones, pero una buena parte de ellos se dirigieron hacia lo que había sido hasta entonces la Tierra de Poniente, que es precisamente lo que significa la palabra MOGHREB (actualmente se conoce como Magreb, el lugar por donde se pone el sol (poniente), la parte más occidental del mundo árabe). Desde allí se dirigieron en un largo éxodo hacia el Nilo.

En Taouz (Marruecos), en medio de un enclave funerario sagrado, los bereberes afirman que ese lugar sagrado, era aquel en el que yacía un “gigante”, hijo del Dios Único, con todos los soldados que lo habían defendido contra otro “gigante” hermano de sangre, pero traidor al Padre, que lo había asesinado a lanzazos.

En lenguaje jeroglífico, la Atlántida era conocida como Ahâ-Men-Ptah (Amenta para los griegos), o “Primogénito-Durmiente-de-Dios”, denominación que experimentó posteriormente una contracción en el conjunto de textos que conforman el Libro de los Muertos. El nombre continuaba evocando el significado original de “País de los Muertos”, “País de los Bienaventurados” y “País del Más Allá”.

Los sucesivos monarcas de este continente, fueron los Ptah-Ahâ (que significa en lengua jeroglífica «Primogénito-de-Dios”), puesto que todos los reyes descendían por línea directa del primer Hijo de Dios (del Primogénito). Ahâ se pronuncia Ahan, y Ptah también se escribe Phtah (de su fonetización en lengua griega), así que la letra «pi» se convierte en «phi» (fi), por lo que Phtah-Ahan fue fonetizado “Faraón”. Por consiguiente, de Primogénito-de-Dios pasó a ser “Hijo-de-Dios”. De esta forma, Ath-Kâ-Ptah (Segundo-Corazón-de-Dios), se convirtió en la fonetización griega, en Aegyptus (Egipto).

En la región de Dendera (Egipto), se encuentra un templo que se ha reconstruido seis veces, siguiendo los planos originales del primer templo construido en el mismo enclave. Es el emplazamiento donde los bisnietos de los supervivientes del éxodo del Gran Cataclismo, llegaron en primer lugar. En los muros de este templo, se puede leer: «En el principio, estas palabras enseñaron los ancestros, aquellos Bienaventurados de la Tierra primera: Ahâ-Men-Ptah. Los que convivían con las Creaciones del Corazón-Amado: el Corazón-Primogénito».

Allí se narra el origen y la llegada de los primeros supervivientes, está autentificada no sólo por los textos, sino también por las sepulturas encontradas bajo la colina de los Pontífices, a menos de tres kilómetros del templo. Allí reposan los “Sabios entre los Sabios”, los Bienaventurados que poseyeron el «conocimiento de la voluntad divina». Uno de ellos impartía enseñanzas bajo un “Maestro” de la II dinastía, en el IV milenio a.C. Un escriba Real, señala que el templo fue reconstruido por su señor (la 3ª reconstrucción), siguiendo los planos encontrados en los cimientos originales, escritos sobre rollos de cuero de gacela por los “Seguidores de Horus». Es decir, por los propios Primogénitos, mucho antes de que el primer Rey de la I Dinastía ocupara el trono. Fueron, por tanto, estos descendientes directos, quienes transmitieron la Ley Divina, cuyas “Combinaciones-Matemáticas” permitirían a los hombres regirse por sí mismos según cánones de Justicia y de Bondad.

Según muchas pruebas e indicios, habría que retroceder 25.000 años (época en la que Ahâ-Men-Ptah existía como un continente de clima templado, vegetación exuberante, numerosas especies de una fauna hoy ya extinguida en su mayor parte, y en el que la especie humana habitaba pacíficamente en auténticas ciudades edificadas), para comprender muchos escritos que aparecen en Dendera.

Ahâ-Men-Ptah (la Atlántida), debió sufrir una primera devastación volcánica, que provocó el hundimiento de tierra que dio lugar el Mar del Norte. Un período de fuertes heladas fue la constante en esta zona, acumulando hielo en un casquete polar uniforme. La propia Siberia, que era entonces una región bastante templada, vio cómo desaparecía su vegetación y eran aniquilados los mastodontes que no pudieron escapar a tiempo de las heladas.

Los mamuts congelados de Siberia y Alaska presentan diversos enigmas inexplicables. Cuando se hicieron las autopsias a algunos ejemplares, se encontró en el estómago hierba recién ingerida. Esto confirma que estaban pastando en una región con un clima más cálido que el de los polos. Sin embargo, han permanecido congelados durante el período cálido del Holoceno (hace 11.500 años). La pregunta es: ¿Qué hacen unos animales de la Edad de Hielo, congelados durante el interglaciar?.

Muchos cuerpos de estos animales, fueron encontrados con evidentes signos de haber sido devorados por los lobos y habitantes de la zona, lo que demuestra que la carne estaba en perfectas condiciones y estado de conservación. El análisis de los tejidos de los mamuts, demostraron que un frío excesivo los sorprendió pastando, congelándolos al poco tiempo (en unas cuantas horas), significando la extinción de esta especie. Los mamuts son una muestra científica, que una glaciación sobrevino repentinamente en la Tierra, un cambio muy brusco que originaría grandes cataclismos.

No fue un cambio climático progresivo, sino que fue repentino, a escala global, una catástrofe donde coincidieron alteraciones climáticas que provocaron diluvios a escalas enormes en numerosos puntos del planeta, que dieron lugar a inundaciones y a una subida del nivel mar. Es decir, una consecución lógica de acontecimientos, que sepultaron bajo sus aguas muchas extensiones de tierra, y que perfectamente pudo destruir un pueblo y una civilización como la atlante.

Los eruditos de esta época, comprendían cada vez mejor los movimientos y las combinaciones celestes, así como las consecuencias metereológicas resultantes de ellos. Por este motivo, empiezan a anotar el movimiento de los planetas, del sol y la luna, sus configuraciones, así como las formas geométricas de las doce constelaciones de la elíptica ecuatorial celeste, incluso de Orión y Sirio. De aquí derivaron las repercusiones de las Combinaciones sobre la Tierra, tanto en relación al comportamiento humano, como a la evolución de la Naturaleza.

En esta escena encontrada en una de las paredes de una tumba predinástica (Nagada), se representa la huida, el día del Gran Cataclismo. La tumba es de la época del Rey Escorpión y es anterior a la Dinastía I (5.000 a.C.).

Después de este cataclismo, la vida de Ahâ-Men-Ptah se reagrupó más al sur de forma pacífica durante 5.000 años, hasta el momento que nació el primer Ahâ, el Primogénito Usir (u Osiris), engendrado por la Divinidad en Nut, inminente esposa de Geb (que fue debidamente prevenido del hecho) quien sería el penúltimo rey de aquella tierra. Geb desposó a Nut, y tras el nacimiento de Usir, la pareja tuvo tres hijos más: Usit, cuyo nombre en la rebelión posterior pasó a ser Sit (Seth en griego), y dos gemelas llamadas Nek-Bet e Iset, conocidas como Nephtys e Isis, de las cuales, la última se convirtió en la esposa de Usir (Osiris).

Usir e Iset, anunciaron que el Hijo que naciera de su unión, sería el generador de la nueva nación que surgiría de los supervivientes del Gran Cataclismo. De esta forma, nació un varón al que se le llamó Hor (Horus). Y fue poco antes de que Hor sucediese a su padre, cuando Usit atacó la capital de Ahâ-Men-Ptah con tropas rebeldes reclutadas al efecto, iniciando así el proceso de hundimiento del continente, pues al asesinar a Usir a lanzazos, la cólera de Dios se desencadenó sobre las criaturas y sobre Su creación.

Estos hechos  ocurrieron en el año 9.800 a.C. aprox., fecha inequívoca gracias a la lectura e interpretación de los acontecimientos narrados en el planisferio celeste grabado en el techo de una de las salas del Templo de Hathor, más conocido con el nombre de “Zodíaco de Dendera”.

Las dimensiones de esta losa donde se ha esculpido el Zodiaco, son de 3,60 metros de largo x 2,40 metros de ancho y un grosor de 90 cm. Así que el peso de esta losa está entre las 55 y 60 toneladas. En este jeroglífico, el agua se representa con una línea quebrada (el plural de las aguas son dos líneas), con tres líneas se representa la crecida del Nilo y el diluvio con cinco líneas quebradas. Como el Zodiaco de Dendera está rodeado de ocho líneas, esto nos informa que lo ocurrido fue un Gran Diluvio o Superdiluvio, un gran cataclismo.

Charles Dupuis, erudito francés, se dedicó al estudio de la astronomía en relación con la mitología, y abogó por la unidad de los mitos astronómicos y religiosos de todas las naciones. tras el estudio del Zodíaco de Dendera, dijo:

«Todos ustedes están en un error, porque todas las constelaciones están conducidas por la de Leo, que está sobre una barca. En esa época el Sol estaba en la constelación de Leo, por tanto, es el cielo de hace 12.000 años, no 2.500».

Esto significa que, los sabios han sabido hasta hace sólo 175 años, que el mundo existía desde hacía más de 6.000 años, pero no podían decirlo por el riesgo que corrían. La tradición estaba establecida y nadie se atrevía a cuestionarla.

El templo de Dendera, es el templo de la Dama del Cielo, y todos los fundamentos de la astronomía y astrología parten de allí, y así fue a lo largo de sus reconstrucciones posteriores, ya que actualmente la que contemplamos es la sexta reconstrucción sobre los cimientos originales, que se remontan a los arquitectos «Sucesores de Horus«, que fueron los primeros supervivientes llegados a las orillas del Nilo, tras el cataclismo atlante.

Existe un papiro del escriba del faraón Keops, en el que se precisa que, por orden de Khufu (Keops), el Templo de la Dama del Cielo de Dendera, será reconstruido por tercera vez, sobre el mismo emplazamiento y según los planos establecidos por los sucesores de Horus. Este papiro demuestra, que la Gran Pirámide ya existía desde hace mucho tiempo atrás, únicamente Keops lo que hizo, fue reconstruirla, seguramente deteriorada por la erosión del desierto y del paso del tiempo.

Dendera está situado a 60 km en la parte occidental del Nilo, al norte de Luxor. Su nombre proviene de «Tentyra», que a su vez provenía de «Enet-te-ntr». Las inscripciones que hay en el templo, indican que el templo original se construyó hace mucho tiempo atrás, por los «discípulos de Horus». Durante la Dinastía XI, este templo era famoso por su biblioteca de papiros, donde posiblemente, muchos de estos papiros formaran parte posteriormente de la Biblioteca de Alejandría. Todo el templo está dedicado al firmamento. Por eso. siempre afirmo que el incendio que acabó con más del 90% de los papiros y escritos que se guardaban en la Biblioteca de Alejandría, ha sido una de las mayores pérdidas para el conocimiento de la verdadera historia, porque demostrarían que las civilizaciones son muy anteriores a lo que nos dicen, y los conocimientos que tenían eran asombrosos.

Este es el Templo de Hathor (Dendera), donde se encontró el Zodiaco.

El matemático y astrónomo austriaco Otto Neugebauer, dijo: «un amplio conocimiento de la precesión, no es compatible con una descripción no matemática de la astronomía. Los egipcios expresaron en términos alegóricos los conceptos astronómicos. La paradoja es que acertaron plenamente. Y no poseían los instrumentos apropiados, así que ¿de dónde les vino tal conocimiento?». Si las alineaciones astronómicas y el estudio de los ciclos precesionales eran anacrónicos para griegos y romanos, ¿cómo es posible que los egipcios del Imperio Antiguo ya lo conocieran?

En el interior del templo, existe una imagen de los dioses atlantes, subiendo en procesión por una escalera que conduce a la terraza del templo. Se puede ver como una escalera es de subida, y otra simétrica es de bajada. Los sacerdotes que suben la escalera, llevan ofrendas y un objeto rectangular repleto de serpientes cobra (símbolo de energía en Egipto). En la escalera descendente, los sacerdotes ya no portan las ofrendas, pero sí el objeto rectangular, con la diferencia que las serpientes han desaparecido. ¿Qué sucedía en la terraza del templo?. ¿Para quién/es eran las ofrendas y qué sucedió con la energía que portaba el objeto?.

Analizando la terraza del templo, se observa que en su superficie se distribuyen unos orificios dispuestos en líneas. Sobre estas líneas se volcaban metales derretidos, ya que aparecieron restos de plomo, cobre y zinc. Es decir, la superficie plana del templo hacía las funciones de una placa metálica, electrónica, incluso pudiendo producir efectos de electrolisis (no descubierto hasta 1.831 por Faraday). ¿Para qué utilizaban la electricidad que producían?. Ese objeto rectangular, y el poder que emanaba de él, ¿no es una descripción exacta del Arca de la Alianza?.

Si nos parece extraño que hubiera energía, electricidad, otro hallazgo en Dendera confirma que no sólo la conocían, sino que la controlaban y manejaban perfectamente. Existen relieves donde aparece una lámpara, con su filamento, que iluminaba las estancias y las oscuras salas del templo (para saber más sobre la lámpara  https://jorgepalazon.wordpress.com/2012/01/23/ooparts-parte-i/)

El Zodíaco de Dendera  revela un patrón de la experiencia de la humanidad hace 26.000 años. Dendera demuestra el conocimiento iniciado del ciclo completo de 26.000 años del calendario astronómico (precesión), incluyendo la hora del punto de comienzo o la hora cero del ciclo completo. Tal precisión no es posible, sin el conocimiento de la dirección hacia el centro galáctico y la alineación precesional con el centro. El calendario maya, también consta de un ciclo de 26.000 años.

El zodiaco muestra el marco general de todas las Edades del Mundo, con especial referencia a la época actual, y los dos siglos venideros, y codifica secretos de un antiguo culto de biología sagrada, trayendo un mensaje profético para la Era de la biotecnología, en la cual la humanidad aspira a superar a la naturaleza y manipular la vida. Poder descodificar toda su simbología y significado, nos puede enseñar cómo vivir en el presente con más sabiduría.

Si extraemos la parte del zodiaco correspondiente al eje E (el 5º eje), y establecemos una línea que va desde la espiga (la estrella en la mano de la virgen (virgo) pasando por  la pata del chacal, hasta llegar al altar con cabeza de carnero, se refleja el tiempo de precesión (diseño interno) y los procesos biológicos en el marco del ciclo lunar (diseño externo). La línea atraviesa la Constelación de Piscis (los peces), mostrando la alineación del equinoccio de primavera al final del Kalpa (nombre que recibe el ciclo de 26.000 años).

Un ángulo recto desde la pata del chacal del eje E, apunta exactamente al arquero (Sagitario), y la ubicación del centro de la galaxia cerca de la punta de la flecha del arquero.

Esto demuestra que no es casualidad, que no es coincidencia y que existe un conocimiento increíble del universo, ya que sabían de la existencia de 13 constelaciones (la 13ª es conocida como Ofiuco), y que el punto exterior es el centro de la galaxia, ubicada en la punta de la flecha del arquero. Los calendarios maya, azteca e hindú, también sabían de este calendario y su ciclo de 26.000 años, siendo el de Dendera el zodiaco del que nacieron los demás.

¿Cómo podían saber que el centro de nuestra galaxia, se encontraba entre las Constelaciones de Sagitario y Escorpio, y que en esa zona se encontraba la 13ª constelación llamada Ofiuco?. El zodiaco de Dendera esconde enormes secretos, que están esperando ser desvelados.

Del 4.300 a.C. hasta el 2.150 a.C. fue la Era de Tauro (el toro). Del 2.150 a.C. hasta el 1 a.C. fue la Era de Aries (el carnero). Del 1 d.C. a nuestros días, estamos en la Era de Piscis (los peces). Virgo es llamada la “casa del pan“, y la representación de virgo es una virgen con un haz de trigo. La ciudad donde nació Jesús, se traduce literalmente como “Casa del Pan”.  Beth Lehem (Belén) es la casa del pan. Por lo tanto, Belén hace referencia a la constelación de virgo, un lugar en el cielo, no en la tierra. Es un esfuerzo de nuestros ancestros de acercar el cielo, el firmamento, a la Tierra. Un intento de acercar a los dioses y hacerlos terrenales. Esto demuestra que las actuales religiones están extraídas de los conocimientos ancestrales de los cielos.

Este dibujo aparece en los principales templos egipcios, y narra la escena principal del Gran Cataclismo, origen del hundimiento de Ahâ-Men-Ptah, el Edén desaparecido. La triada divina estaba a la cabeza de los evadidos, que se han convertido en supervivientes de la Atlántida, originando gracias a Hor (Horus) una dinastía de faraones o hijos de Dios.

Se ve a Nut (la reina virgen, madre de Osiris), que ha enviado a la Tierra al primogénito de Dios. Nut es la figura central con el cuerpo constelado de estrellas (ya que se la identifica con la Vía Láctea), formando un puente entre oriente y occidente. Desde el oeste (lugar donde tuvo lugar la catástrofe de la Atlántida), el mar ha sumergido toda la tierra de esta isla-continente, y sobre su superficie sólo quedan los Mandjit (embarcaciones).

En la embarcación de la izquierda (ascendente), se encuentra Osiris con la cabeza vendada. La mitad trasera de un león (informando que el cataclismo sobrevino durante la Constelación de Leo, motivo por el cual, la esfinge tiene cuerpo de león, demostrando que fue construida hace 11.500 años), está apoyada sobre las vendas, representando el caos y el desorden. Al lado de Osiris está su hijo Horus, representado por el halcón y portador del sol, ya que de su supervivencia depende el renacimiento de su pueblo. También está malherido, la Cruz Ansada (Anj), está ensangrentada, lo cual no sucede de la misma manera con la que lleva  Isis (madre de Horus).  Isis lleva sobre su cabeza el alma de los supervivientes, simbolizada por una pluma verde de avestruz. La embarcación de la derecha, ha logrado superar las adversidades y llegar a oriente (Ta mana), el lugar del ocaso.

Este mandjit fue encontrado en una fosa a los pies de la Gran Pirámide.

¿Por qué estaban malheridos y al borde de la muerte?. Nut se vio arrastrada por los incontrolables elementos. Una enorme explosión sacudió a los atlantes, sumergiéndolos en el caos, e hizo que Nut se viera arrastrada por los acontecimientos. En cuanto se dio cuenta del desastre que sobrevino, dudaba que Horus estuviera con vida, pero Isis no quería abandonar la búsqueda, así que decidieron buscarle. Cuando el aire se limpió y se pudo ver con claridad, estando lejos de la actividad volcánica y por fin reinó algo de silencio, Isis extendió sus brazos hacia el cielo y rezó:

-«¡Oh, Ptah-Hotep, rey de los cielos, abre tus esclusas y detén el fuego; salva al hijo de tu hijo! Ordena que este día del gran cataclismo no se convierta en el día del gran luto. Oh, Ptah-Hotep, rey de la tierra, ordena que el gran arroyo abra todas sus reservas!»-

Esta súplica aparece cincelada en todas las tumbas del Valle de los Reyes (Luxor), y también en Dendera. La leyenda cuenta que sus plegarias fueron escuchadas y una lluvia rojiza cayó. Pasadas unas horas, la lava se enfrió e Isis pudo caminar por ella, encontrando el cuerpo de Horus. Esto ocurrió, según Slosman, el 27 de julio del 9.792 a.C, gracias a la lectura e interpretación de los acontecimientos narrados en el planisferio celeste del Zodiaco de Dendera.

Este es un extracto del Libro de los Muertos, en el que se narra la epopeya de los supervivientes y la resurrección de Osiris.

Fue a Ta Mana donde llegaron en diferentes grupos los supervivientes del Gran Cataclismo. En un grupo se encontraban Nut, Nek-Bet y su esposo el An-Nu (Pontífice), con el cadáver de Usir envuelto en una piel de toro. En otro grupo se encontraba Isis junto a Horus gravemente herido (tenía una rodilla rota y había perdido un ojo). En un tercer grupo de supervivientes se encontraba Usit.

NOTA: Recordar de episodios anteriores, que Zecharia Sitchin afirmaba que los Anunnaki fueron lo primeros pobladores, los dioses que provenían de otros mundos. Aquí encontramos como el sumo Pontífice, se llamaba «An-Nu», y Anunnaki significa «los de sangre real».

Osiris, resucitó a fin de poder completar la instrucción de Horus, y declararlo su sucesor y único heredero legítimo, primer Ahâ de los supervivientes del hundimiento de Ahâ-Men-Ptah. A partir de este momento, a Horus (Hor) se le conocerá como “Hor el Puro”, es decir «Hor-Ro«, para indicar la pureza de su alma (de aquí deriva la palabra «oro» como metal de gran pureza, valor y resistencia).

Una vez todos los supervivientes se instalaron en estas tierras, se crearon dos grupos bien diferenciados, los «seguidores de Horus», y los rebeldes de Seth (hermano de Horus). Estos dos clanes estarían enfrentados durante milenios, donde Horus simbolizaba el bien y Seth el mal.

Pruebas científicas de que sucedió una glaciación devastadora, que dio lugar a grandes diluvios, inundaciones, erupciones volcánicas, subida del nivel del mar… que provocó la destrucción de una tierra donde vivía una civilización avanzada, donde algunos consiguieron escapar del caos. Unos llegaron a tierras americanas, otros a tierras africanas. Éstos se establecieron en Egipto, donde construyeron los monumentos que ahora conocemos, la Gran Pirámide, la esfinge y diferentes templos. En estos templos, dejaron plasmados en pinturas, jeroglíficos y bajorrelieves lo ocurrido, creando un zodíaco enigmático donde se refleja el avanzado conocimiento de los astros que tenían. El pueblo egipcio tenía constancia de que otros atlantes se establecieron en otros lugares, por eso decidieron crear misiones de búsqueda. Esos otros atlantes, establecidos en América, son los creadores de las civilizaciones maya, azteca… donde aparecen calendarios idénticos al de Dendera, pirámides idénticas a las de Egipto, con los mismos procesos de construcción y perfección, donde todas esas civilizaciones eran capaces de transportar ingentes cantidades de bloques de piedra de varias toneladas, donde adoraban a los mismos dioses, donde sus historias, mitos y leyendas son idénticas, y los paralelismos no son nada casuales, donde orientaron sus edificios a las mismas estrellas y constelaciones, y donde cada vez son más los científicos que afirman que estas civilizaciones son mucho más antiguas de lo que los libros dicen.

Hay muchos indicios que demuestran que sí existió una civilización atlante, que por causas de fuerza mayor emigraron y se desperdigaron por el planeta, dando origen a las civilizaciones que hoy conocemos y son todo un misterio.

Los supervivientes decidieron celebrar una nueva alianza con el Creador, agradeciéndole salvar sus vidas y le pidieron perdón por sus faltas. A fin de lograr la paz eterna en la Tierra, escribieron todo lo ocurrido para crear lazos y que nunca olvidaran lo ocurrido las siguientes generaciones. Gracias a esto, se puede rastrear y estudiar su éxodo. Cuando arribaron en las costas de Marruecos, siguieron una ruta delineada hacia Egipto, en una travesía que duró muchísimo tiempo, permaneciendo siempre en el mismo grado de latitud. Esto lo hicieron los seguidores de Horus y también los rebeldes de Seth.

Aquí todo tiene sentido, todos los datos y pruebas cuadran, no existen eslabones perdidos ni se entierran aquellos datos o pruebas que no coinciden de forma cronológica con los hechos, como se ha demostrado hacen los arqueólogos y egiptólogos, como denunciaron Cremo y Thompson.

El Diluvio Universal que provocó un gran cataclismo global, y que narran todas las civilizaciones y religiones del mundo, no fue un mito. Que este cataclismo de proporciones épicas devastó una civilización existente, no es un mito. Si entendemos por mito, un relato que narra acontecimientos asombrosos, lo que nos cuentan los libros de texto, la mayoría de los arqueólogos y egiptólogos, cómo se edificaron estas civilizaciones hace tan sólo 4.000/5.000 años, intentado encajar los datos como un puzzle que no tiene sentido, sí que estamos ante un mito, ante un cuento fantástico que nos han inculcado, que no tiene sentido, que se contradice constantemente, y donde cada vez más, científicos y expertos muestran sus conclusiones sin miedo, denunciando que los datos son erróneos y que hay que reescribir todo nuevamente, para contar la verdad.